El negocio no está en el aborto, el negocio está en la contracepción abortiva. Las multinacionales Schering (ahora Bayer), o Sanofi-Aventis, o Wyeth, son las que realmente se forran con un negocio que produce muchas más muertes que la industria de armamento, gracias a su surtido de anticonceptivos, postcoitales y píldoras abortivas propiamente dichas. La clínicas aborteras son ya mataderos donde canallas sin sensibilidad alguna rompen seres humanos en pedazos y luego los recomponen para comprobar que no se ha quedado ninguna pieza fuera. Y lo mismo puede decirse de la utilización de embriones humanos como cobayas, a través de procedimientos FIV: ahí son científicos sin escrúpulos que reciben subvenciones públicas, quienes ganan gloria y dinero pero con dinero público.
No, el negocio propiamente dicho, la cuota de mercado, no está en el aborto quirúrgico (y en el mecánico, que pocas saben que el dispositivo DIU es abortivo), sino en le químico. Eso sí que es un chollo. Además, los mercaderes de la muerte han logrado separar anticoncepción y aborto, cuando lo cierto es que insisto- todo anticonceptivo puede ser abortivo dependiendo de la mujer en la que opera y de la intensidad del uso. Los laboratorios no pueden fracasar, por lo que la píldora actual está preparado para actuar antes de la fecundación o después, si la concepción llega a producirse. Esta es otra de las grandes mentiras que todos estamos predispuestos a creer. Dicho de otra forma: en el mercado actual, el único anticonceptivo no abortivo es el condón, que no de vende para evitar el SIDA, sino para evitar el niño.
Pues bien, el lunes asistimos a otra manipulación en la sociedad de la información. Como buena manipulación, la cosa parte de un informe (científico o estadístico, naturalmente): la mitad de los abortos que se producen en España son de inmigrantes.
Sin el más mínimo decoro para evitar el tufillo racista, eminentes psicólogas y doctoras de centros de planificación familiar nos informan desde la televisión que para algunas inmigrantes, por ejemplo las hispanas, el aborto es otro anticonceptivo más, y su cultura sobre planificación es de lo más deficiente. Es decir; si tomaras la píldora, muchachita, además de hacer ricos a los laboratorios, no te verías obligada a abortar.
¿Es que les preocupa a las planificadoras de la vida naciente (y de la vida adulta ajena), la víctima inocente e indefensa, es decir, el niño? No, lo que les preocupa es que el aborto quirúrgico tiene más riesgos que el aborto químico. Cuando a una le aspiran las tripas y extraen al niño roto en pedazos, es muy probable que se lleven algo más.
No, lo que hay que enseñar a las inmigrantes, al igual que a las nativas, es que el sexo no es un juego ni algo baladí, sino el resultado de la donación mutua entre hombre y mujer, el resultado del amor.
Además, ¿no quedamos en que legalizamos el aborto porque sólo las ricas podían abortar en Londres y luego irse de compras a Harrods, tal y como se enorgullece de haber hecho la socialista y feminista e introductora del aborto en España, la ex ministra Matilde Fernández? Pues bien: hemos legalizado el aborto (en España existe la ley abortista más bestia del planeta, pues se puede abortar hasta unas horas antes de nacer, que lo de los plazos es una coña) para que las pobres pudieran ser como las ricas, y a fe mía que lo hemos conseguido.
Y ahora, después de implantado, promocionado y fomentado. Nos explican que estas ignorantes hispanas van a abortar porque antes no se han planificado, es decir, no han abortado por lo finolis. No cabe duda de que el progresismo ha creado una España de lo más igualitaria. Eso sí, las sudacas que aborten, que es más arriesgado.
Eulogio López