La cifra contradice las afirmaciones de Manuel de Castro, que creía que en sus colegios apenas había objeciones
En vísperas del Congreso de FERE-CECA, conmemorativo de su 50 aniversario, Manuel de Castro, Secretario General, declaró que en sus colegios apenas se habían producido objeciones frente a Educación para la Ciudadanía.
Sin embargo, según las organizaciones pro objeción de conciencia, a finales de noviembre se habían presentado objeciones en 255 colegios o institutos de toda España. De ellos 82 pertenecen a FERE-CECA. Y con algunos casos de objeción masiva; por ejemplo, en el colegio de la Compañía de María de Talavera, perteneciente a FERE, se han presentado 600 objeciones; en el colegio Monte Tabor de Pozuelo de Alarcón, 650; en el colegio de Nuestra Señora, de Valdemoro, 250.
La Conferencia Episcopal recoge ya una buena colección de explicaciones sobre lo nocivo de la asignatura. Pero de Castro sigue en sus trece y, en lugar de reconocer el error y dimitir, hace ostentación de su respaldo a la asignatura despreciando olímpicamente a los que promueven la objeción de conciencia: "No comprendo la oposición de algunos a la asignatura. Basta con que elijan el texto y el profesor adecuado. A fin de cuentas no hay que negar situaciones que existen en la vida real. Ni guardar silencio en clase sobre determinadas tendencias sexuales que luego los chicos ven reflejadas como ‘guays' en las series de televisión", decía en El País (nada menos) el responsable de la FERE. Efectivamente, ni lo entiende ni tiene interés en entender que los objetores se oponen a que el Gobierno, cualquier gobierno, tenga a su disposición una eficaz herramienta para el lavado de cerebro. En cualquier caso, a pesar de los esfuerzos por elevar la asignatura, ni siquiera sus alumnos le creen.
Lo malo no es sólo que Manuel de Castro le haya hecho el caldo gordo al Gobierno, deseoso de encontrar e incentivar una mínima fisura entre los católicos. Algunos responsables de instituciones privadas manifiestan en voz baja el fondo de su interés por la implantación de la asignatura: "cuanta más educación para la ciudadanía, mejor, más alumnos tendremos en nuestros centros privados". Tan maquiavélico como cierto: los hay que sí son conscientes de los efectos de la objeción y esperan un beneficio económico directo.