El SMI significa el 47% del salario medio; es decir, que la distribución salarial es injusta. El Gobierno reconoce que la inmigración provoca dumping social. Siete de cada diez empleos nuevos son para inmigrantes. La mayoría se encuentra en la banda laboral más baja. El ex asesor económico de Moncloa, Miguel Sebastián, reconoce que la inmigración provoca dumping social. Gobierno y sindicatos consagran el modelo de salarios bajos y apuntalan a España como el país europeo con mayores diferencias salariales. Las rentas empresariales crecen un 30%

Este miércoles, Gobierno y sindicatos vendieron que habían conseguido finalizar con consenso el acuerdo sobre salario mínimo interprofesional que se situará en los 570,6 euros. Un incremento de 29,7 euros respecto al del año pasado lo que supone un incremento del 5,5%. Crece más que en toda la UE, señalan los tentáculos mediáticos del Gobierno, que añaden que el coste laboral unitario crece en España el triple de la zona euro.

La situación es menos halagüeña, porque como reconoce la ministra de Vivienda, Mª Antonia Trujillo, España tiene precios de vivienda europeos, pero salarios españoles. Y esa asimetría genera serios problemas de supervivencia para la población inmigrante. Además, según reconoce también el ex asesor económico de Moncloa, Miguel Sebastián, la inmigración ha tenido efectos muy positivos para el crecimiento económico e incluso para el mantenimiento del Estado de bienestar: aportan más que lo reciben. Sólo hay un pero, matiza Sebastián: han tirado los salarios a la baja, es decir, han generado dumping social.

Un dumping que según señala el portavoz del gobierno canario, Miguel Becerra, ha permitido mejorar la productividad y competitividad de nuestro sector agrícola y constructor. O dicho de otra manera: nuestro modelo productivo, el milagro económico español se basa en los salarios bajos. Y así se explica por qué el 70% de los nuevos empleos hayan sido ocupados por inmigrantes, que suponen ya 2.678.800 cotizantes, el doble de los que había hace sólo tres años. Su contratación se ha multiplicado por 10 en los últimos 12 meses, según un reciente informe de Adecco y suponen el 15,8% de la fuerza laboral entre los 16 y los 24 años.

Todo esto ha hecho, según Adecco- que el salario real haya descendido un 0,7% en el tercer trimestre de 2006. Es el dumping social al que se refiere Sebastián. Pero tanto Gobierno como sindicatos parecen encantados. Aseguran que el salario mínimo afecta sólo a 500.000 personas, pero esconden que hay una gran masa de trabajadores cuyo salario está pegado a este indicador, casi indexado. En resumen: que el salario mínimo sigue siendo muy mínimo.

Máxime en un país como España donde existen mayores diferencias salariales de toda la Unión Europea. Por eso los sindicatos denuncian que el SMI siga incumpliendo la recomendación de Bruselas de que se sitúe en el 60% del salario medio. Nuestro SMI sigue anclado en el 47% de esa media, es decir, sigue siendo extraordinariamente bajo.

Por supuesto, no hay efectos de segunda vuelta con la inflación, porque los liberales de todos los partidos imponen su doctrina. Una doctrina que se hace más sangrante si tenemos en cuenta que los beneficios empresariales de las compañías cotizadas crecieron en el 2006 un 30%. O sea que además de tener una escandalosa brecha salariales, tenemos una más escandalosa brecha entre rentas salariales y empresariales.

Pero los sindicatos siguen firmando. Luego se quejan por debajo de la mesa, pero siguen firmando. Y encima hacen como si hubieran negociado cuando El País ya publicó todos los detalles del acuerdo hace casi un mes. Cosas de la transparencia de este gobierno y del periodismo de investigación del independiente de la mañana.