El otro día se hacía eco este diario de las diferencias entre el Gobernador del Banco de España, señor Hernández de Cos, y el presidente del BBVA, señor González (conocido como FG) acerca de la sucesión de este último en la presidencia de esta última institución. Parece que el primero le viene recordando al segundo que él no debe elegir a su sucesor. Hasta ahí podemos estar hasta de acuerdo. Con lo que no estamos de acuerdo en esta sección es con el más allá que apuntaba el Gobernador: la sucesión en la presidencia del BBVA es cosa del BCE. ¡Hombre! La elección de un nuevo presidente en un banco privado, bien sea por destitución, fallecimiento, jubilación o cualquier otra causa, será algo que atañe y sobre lo que deban decidir los accionistas de dicho banco privado. Pero ya hace tiempos que en esta sección advertimos que los bancos privados han devenido en franquicias de un banco central y los banqueros, en altos funcionarios del franquiciador. Así que a pesar de las resistencias del señor González mucho nos tememos que, al final, será el BCE quien elija su sucesor.

Los bancos privados han devenido en franquicias de un banco central y los banqueros, en altos funcionarios del franquiciador

Y en esta guerra, FG tiene todas las de perder por muchos motivos. El primero es la dirección de los vientos que antes apuntábamos: los bancos centrales, y de manera especial el BCE, que dirigen todo el sistema bancario al que autorizan a operar con la moneda que ellos emiten. El segundo porque FG, que viene de largo viendo esta intromisión de las autoridades en asuntos privados de su sector, no es un tipo que caiga simpático. Al fin y al cabo, tiene la mala costumbre de tener criterio propio y desmarcarse con frecuencia de las acciones que las autoridades conciertan con los bancos privados. A nadie se le ha olvidado todavía que se negó a formar parte del accionariado de la SAREB. En tercer lugar porque ahora BBVA está amenazado especialmente con las crisis financieras de Turquía, Argentina, Venezuela e Italia. Sus posiciones en los cuatro fuegos que tiene abiertos la banca internacional no son nada desdeñables. Así que al final es posible que necesite árnica para salir del atolladero y el único que la expende es el BCE que se la va a hacer pagar muy cara.

FG no cae simpático: tiene la mala costumbre de tener criterio propio y desmarcarse de las acciones que las autoridades conciertan con los bancos privados

BBVA es, además, un testigo incómodo de lo que pasó en el Popular. Lo dijo don Ángel Ron en el Congreso el pasado mes de julio, cuando afirmó que a finales del 2016 recibió una oferta de FG para adquirir el banco que presidía por importe de 5.500 millones de euros, lo que supone una diferencia de valoración de 7.500 millones con la provisional que aceptó la JUR para resolver el banco. Es decir, con BBVA, los bonistas no habrían perdido nada y los accionistas, sólo el 45% de su valor en libros. BBVA es un testigo incómodo porque en los documentos desclasificados (desclasificados sí, porque toda la documentación del caso Popular se está tratando por las autoridades europeas como si de cuestionas de seguridad y defensa militar fuesen) por la JUR esta primavera ha aparecido una carta, mutilada como acostumbra la JUR a publicar los papeles, de BBVA negándose a participar en la puja por el Popular, si las autoridades no le daban más información. Así que no cabe más que suponer que o Santander es un temerario sabía algo que no sabía el anterior. Así las cosas, lo mejor que se puede hacer con un testigo incómodo es hacerlo desaparecer o darle algo para que se calle. Es más fácil esto segundo cuando sabemos que es lo que puede llegar a necesitar. El BCE va a optar por lo segundo a cambio de que FG desparezca y con él, todo su equipo.