Que el problema que acogota a la economía española es la deuda pública es algo sabido, pero de lo que no parece que seamos suficientemente conscientes. Tal vez un análisis distinto al tradicional en la prensa, el porcentaje de la deuda pública sobre el PIB, nos pueda hacer comprender el drama. Al fin y al cabo, comprender que es el PIB es difícil para la mayoría de nosotros.

Que en el periodo 2002-2017 el gasto público ha crecido en un 88,4% cuando los precios lo han hecho en sólo un 32,8% en igual periodo, no sería tan problemático si el primer incremento se hubiera sufragado con cargo a impuestos cobrados a los españoles. Sin embargo, no ha sido así, y el crecimiento del gasto se ha sufragado básicamente con cargo a deuda pública, lo que ha hecho muy popular el gasto público porque lo hemos cargado sobre las espaldas de nuestros hijos. El gasto público no deja de ser en muchos casos consumo privado que aparenta gratuidad. No es otra cosa que la Educación, la Sanidad y muchos otros servicios que recibimos. Y recibirlos gratis (aparentemente) es agradable y hace popular al político.

Recado para PSOE y Podemos: su muy social gasto público ha crecido al 88% mientras los impuestos los hacían en un 23,6%

Veamos unos números. Los ingresos públicos distintos de la deuda pública (básicamente impuestos) han crecido en el periodo que analizamos en un 23,6%, por lo que la diferencia respecto del crecimiento de los gastos (recordemos 88,4%) se ha cubierto con dicha deuda pública, cuyas emisiones han crecido en estos quince años en un 272,1%. 

Así, en 2002 el Estado necesitaba emitir un euro de deuda por cada tres que nos cobraba de impuestos para poder acometer gastos por cuatro euros. Al final de 2017, necesitaba emitir un euro de deuda por cada euro que nos cobraba de impuestos para pagar dos euros de gasto. Dicho de otro modo: en 2002 el 25% del gasto público se pagaba emitiendo deuda mientras que en 2017 era el 50% del gasto público en el que se financiaba con deuda. ¿Se imaginan una economía privada que consumiera dejando a deber la cuarta parte de lo que consume? ¿Se lo imaginan? Pues eso era el Estado español en 2002. Pero es que en 2017 necesita dejar a deber la mitad de lo que consume.

¿Cómo se ha pagado la diferencia? Emitiendo deuda

No importa pues tanto si el entorno macroeconómico mundial es mejor o peor, porque en cualquier caso España necesitará asumir que es más pobre de lo que se cree y deberá reducir el gasto público, tanto el que no es sino consumo privado intermediado por el Estado como el que no lo es, y muy probablemente también el consumo privado, porque cuesta creer que alguien se atreva a realizar un recorte de aquél tan fuerte como para no necesitar subir los impuestos. En pocas palabras, aunque hasta la fecha hemos pagado muchos impuestos, hemos tenido una cierta percepción de recibir algo a cambio, no tanto como lo entregado, pero algo. Es posible que en las próximas décadas esa percepción desaparezca, aunque más bien creemos en esta sección que ha comenzado ya a desaparecer.

¿Se imaginan una familia que dejara a deber la cuarta parte de lo que consume? Pues eso es lo que está haciendo el Estado español

Este desequilibrio entre lo entregado y lo recibido en términos fiscales, es probablemente una de las causas más claras del desafecto de la población hacia el sistema que ahora se ha dado en llamar populismo por aquellos que, con su populismo fiscal, nos han traído hasta aquí. Populismo que, tal vez, no sea otra cosa que la rebelión de los hijos a los que cargamos con nuestros gastos.