El mundo ha cambiado en 25 años, desde el 20 de marzo de 1996. El fruto más granado, ciertamente repugnante, es el relativismo. Ya saben: nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira. El siglo XX terminó con una borrachera de relativismo y con una exaltación de la duda… y ya se sabe que la duda sólo crea devastación. En el siglo XX, la duda venció al dogma. No conceptualmente, claro, que, por definición, es imposible, sino en el número de adeptos al asunto. Como diría Chesterton, yo sólo conozco dos tipos de personas. Los dogmáticos que sabemos que lo son y los dogmáticos que no saben que lo son. Porque aunque muchos sabios hayan concluido -con razón- que la exaltación de la duda se concreta en que el hombre se convierte en esclavo de sus propias mutaciones y de sus propios caprichos, lo cierto es que nadie vive en la duda salvo el suicida. Al final, el mundo se divide en dogmáticos para bien y en dogmáticos para mal.

Pero el siglo XXI ha ido más lejos. Ya saben ustedes que el progreso es continuo. En el siglo XXI -ya estamos cerrando el primer cuarto- el relativismo ha sido superado y nos aproximamos a la blasfemia contra el Espíritu Santo. Digamos que el mal, y el Maligno, se han quitado la careta. Al parecer consideran que la sociedad ya está lo suficientemente madura para ello.   

Todos somos dogmáticos: el mundo se divide en dogmáticos para bien y en dogmáticos para mal

El cambio del siglo XX al XXI va desde el relativismo a la blasfemia contra el Espíritu Santo, la mayor impostura de la historia, la inversión de moral y de conceptos.

La vida de Hispanidad ha venido referenciada a ese cambio social y, lo que es peor, filosófico (lo de cambio social nunca he tenido muy claro lo que quería decir): la blasfemia contra el Espíritu Santo .y así está definido en el Evangelio es llamar Dios al demonio y demonio a Dios, bien al mal y mal al bien, verdad a la mentira y mentira a la verdad.

Ejemplo: insisto en poner siempre el mismo porque resulta muy gráfico: el derecho al aborto. Empezamos despenalizando el aborto por presunta piedad hacia la madre y hemos acabado -siglo XXI- hablando del “derecho al aborto”. Sí, derecho a que una madre mate a su propio hijo en su propio seno.  

Llamar bien al mal y verdad a la mentira no es nuevo: lo que resulta nuevo, en el siglo XXI, es que se haya convertido en doctrina dominante

Blasfemia contra el Espíritu ha habido siempre. Ahora bien, jamás había sido la corriente mayoritaria en una época. En esta sí.

Esa ha sido la vida de Hispanidad.com. Más bajo que con la blasfemia contra el Espíritu Santo no podemos bajar, eso está claro. Ahora sólo podemos subir.

De la progresía al satanismo en 25 años. Y los plumíferos sin enterarnos.

Este es nuestro mundo, este es el siglo XXI, esta es la batalla de nuestras vidas. Y venceremos.