En Promesas en Paris la protagonista es la alcaldesa de una ciudad en los suburbios de París a la que, en un momento clave de su carrera, le ofrecerán ser ministra. Desgraciadamente en los años que lleva en el cargo todavía no ha solucionado un grave problema de viviendas degradadas de un barrio marginal…

La infantilización en los argumentos, de la mayoría de las películas que se realizan actualmente, hace que films de contenido serio y que plantean temas de actualidad sean una auténtica excepción. Es el caso de Promesas en Paris, segunda película del director Thomas Kruithof, quien también firmó la interesante La mécanique de l'ombre (estrenado en nuestro país con el título de Testigo), que se adentraba en algo que se investiga actualmente en España: el espionaje de altos cargos políticos.

El interés por la política local, y los que asumen el mando, le surgió a Kruithof cuando se dió cuenta que son ese tipo de políticos los que están más cerca de los ciudadanos, mucho más que los nacionales, de ahí que sufran una presión directa cuando no cumplen sus compromisos electorales. También le resultaba atractivo realizar una película no sobre el asalto al poder sino sobre las dificultades y servidumbres que lleva aparejado el ejercicio diario de políticos locales que se encuentran en medio de las peticiones de sus ciudadanos y las decisiones nacionales sobre presupuestos.

Indiscutiblemente para hacer una película de contenido inteligente se necesitaba contar no solo con buenos intérpretes, sino con actores que entendiesen perfectamente una trama que se adentra en los dilemas éticos a los que se enfrentan estos personajes públicos, la mayoría de ellos muy ambiciosos. Y la veterana Isabelle Huppert y Reda Kateb bordan sus papeles. La primera encarnando a la alcaldesa y el segundo a su fiel mano derecha, que conoce de primera mano, por ser hijo de inmigrantes, las dificultades de integración de los recién llegados al país y los abusos que sufren por mafias, en el caso que nos ocupa por alquileres abusivos en pisos-patera.

Para: los que les guste los thrillers de contenido político y social que tienen calidad