Ante un accidente doméstico que ha tenido su madre, Teresa cambia sus planes de vacaciones y vuelve a la casa donde creció. Así, madre e hija pasarán un verano juntas y esa convivencia removerá sentimientos del pasado y revelará que no se conocen demasiado.  

Segundo largometraje de Celia Rico en el que, como en el primero: Viaje al cuarto de una madre, analiza las relaciones entre una hija y su progenitora. Pero si en la anterior hablaba de una joven que quería volar de su hogar, en ésta se plantea el regreso, al menos temporalmente.

Este drama íntimo parece un trozo de la misma realidad, porque no habla de una relación idílica entre madre e hija, aunque está claro desde el principio que se quieren, sino de la complicada convivencia tanto por la diferencia generacional como por sus distintos caracteres y su forma de afrontar y ver la vida, algo que recuerda que cada ser humano es único y que ni un ser querido tan cercano como una madre es igual.

La directora Celia Rico ha declarado que no la considera una película sobre la maternidad sino sobre la ‘hijidad’ si existiese esa palabra. En el cine estadounidense se ha retratado en algunas ocasiones esas relaciones materno-filiales en la gran pantalla, pero en la visión americana, siendo como es un tema universal, no suena tan auténtica como en este film. Lo que une a esas dos mujeres es la soledad no buscada; en el caso de la madre por viudedad y en el caso de la hija porque, por lo que cuenta, no ha encontrado nunca a la persona adecuada, aunque está claro que le hubiera gustado tener hijos (mira con cariño a los niños que se cruzan en su camino).

Al mismo tiempo la película resulta un retrato sociológico de la actual situación española: con jóvenes sin apenas trabajo en la España vaciada que deciden buscar horizontes nuevos, sobre la gran cantidad de personas solas que viven en nuestro país (en el caso de la gente mayor a su pesar) y de las relaciones familiares a veces no resueltas.

Una película de estas características, que se sustenta en la actuación de sus protagonistas, tenía que tener a unas intérpretes de gran talla y tanto Adriana Ozores como María Vázquez están magníficas.  

 

Para: los que les gusten las películas realistas y sin florituras.