La estupenda pero durísima película, As bestas, de Rodrigo Sorogoyen ha abierto la veda para estrenar películas que ofrecen la imagen menos bucólica del mundo rural. Una de las primeras en apuntarse a la moda ha sido la conocida directora Isabel Coixet  que con Un amor se desmarca de elegantes películas anteriores como La librería (2017), para narrar una historia tortuosa y sórdida, basada en la novela homónima de Sara Mesa, publicada por Anagrama.

Nat, una joven estresada de la ciudad, recala en un pequeño pueblo de La Escapa, en lo más profundo de la España rural. Alli, será recibida con desconfianza por las gentes del lugar y, escasa de recursos económicos, alquila una casa, de construcción modesta y llena de grietas y goteras, que pronto harán su vida diaria complicada por lo que aceptará el trueque de sexo por reparación del tejado con un vecino. Esa relación, donde el varón la cosifica, sin embargo se transformará, inexplicablemente en ella, en una pasión malsana y arrolladora.  

¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo? era el título de una olvidable comedia  española que, sin embargo, acertaba plenamente en lo que desarrolla e intenta justificar de alguna manera  este film, de escenas explícitas de sexo bastante desagradables y donde la protagonista no despierta ninguna simpatía, al igual que los “bordes” lugareños.  

A Coixet en películas anteriores como La vida secreta de las palabras (2008) le interesaba indagar en las heridas que dejan algunos acontecimientos trágicos de la vida, en ocasiones muy difíciles de comunicar, pero en esta ocasión no se justifica en absoluto el comportamiento rozando lo enfermizo de la protagonista

Para: los que vean todo lo que hace Coixet.