Un español nacido en 1979 que quiera percibir 1.000 euros de pensión, la misma que su padre (1952), tendrá que ganar un 37% más que él. Si no lo hace, es decir, si gana lo mismo que su progenitor, su pensión se quedaría en 729 euros mensuales. Siguiendo el ejemplo, el nieto del jubilado tendría que ganar un 87% más que su abuelo para poder cobrar una pensión de 1.000 euros cuando se jubile. Si gana lo mismo, su pensión sería de solo 536 euros.

Eso en España, porque en Alemania las diferencias entre las generaciones son mucho más pequeñas: para la misma pensión de 1.000 euros, el hijo tendría que ganar solo un 7% más que su padre y el nieto, un 6,3% más que su abuelo.

Algo no marcha bien con las pensiones en nuestro país y, al parecer, tras el pacto que firmarán Gobierno y sindicatos la semana que viene, la situación no va a mejorar en el corto y medio plazo.

La presidenta de Unespa, Pilar González de Frutos, no duda de que habrá pensiones públicas en el futuro. El sistema no puede quebrar porque tiene el aval del Estado, según ella, pero otra cosa bien distinta es garantizar la cuantía de esas pensiones públicas y hacerlas sostenibles en el tiempo.

La idea del ministro José Luis Escrivá de complementar la pensión pública con un fondo de pensiones de empresa es buena, pero no es la solución, porque, según la presidenta de Unespa, debe ira acompañado de cambios en la regulación, tanto laboral como financiera. Y esos cambios no están previstos, de momento.

En este sentido, González de Frutos aboga por complementar la pensión pública. “Si queremos que los jubilados del futuro tengan los niveles de ingresos suficientes, necesariamente tendrán que complementar con pensiones privadas”, ha afirmado este jueves, durante el curso ‘La economía de la pandemia’, organizado por la APIE, en la UIMP, en Santander.

El futuro, en cualquier caso, no pinta bien porque, como ha reconocido la presidenta de Unespa, las reformas impulsadas por el Gobierno van “en la dirección contraria”. “No se entiende muy bien”, ha lamentado.