La decisión es tan firme como importante: según fuentes de Telefónica, la filial británica O2 no se vende. Es cierto que se trata de un activo que en su día estuvo más fuera que dentro -Europa tumbó su venta a Hutchison por 13.000 millones de euros en mayo de 2016-, pero también lo es que ha llovido mucho desde entonces.

Por ejemplo, la deuda. Cuando José María Álvarez-Pallete fue nombrado presidente -abril de 216-, el apalancamiento de Telefónica ascendía a 52.568 millones de euros. Una losa demasiado pesada para una compañía cuyo valor en bolsa se mueve en el entorno de los 40.000 millones. Casi tres años después, la deuda se ha reducido en 9.932 millones, hasta situarse en los 42.636 millones de euros. ¿Cómo lo ha logrado? Sobre todo de manera orgánica, como le gusta recalcar a Pallete. De hecho, desde que frustrada venta de O2, la estrategia de Telefónica ha sido esa: reducir deuda de manera orgánica, apoyada con ventas parciales, es decir, sin perder el control de los activos.

O2 seguirá siendo un activo estratégico para la compañía, aunque sea solo móvil y a pesar de la incertidumbre del Brexit

En otras palabras, la tesis de la operadora es vender lo pequeño, no lo grande. En esta línea se sitúa la vena de las filiales de Guatemala y El Salvador, por las que Telefónica podría ingresar unos 520 millones de euros, según El Economista. Por cierto, la operadora ha conrfirmado este martes a la CNMV que está negociando la venta total o parcial de activos en Centroamérica, aunque aún no ha llegado a ningún acuerdo. Ahora bien, lo grande, ni tocarlo. Hablamos de Brasil, Alemania y, por supuesto, Reino Unido -además de España, evidentemente-. Luego está México, un país que, a pesar de los fracasos cosechados, a Pallete le gustaría incluir entre los grandes.

En definitiva, la filial británica O2 no se vende. Seguirá siendo un activo estratégico para la compañía, aunque sea solo móvil y a pesar de la incertidumbre del Brexit. El mensaje para los analistas es claro: para reducir deuda existen otros caminos.

Y mientras, en la sede de la empresa en Madrid, Eduardo Navarro ya está cogiendo las riendas de su nuevo cargo como director global de Comunicación.