Mohamed VI se crece
Una de las coincidencias más curiosas de la 'crisis migratoria' en Ceuta es que las autoridades locales, personificadas en Juan José Vivas, están de acuerdo en su análisis con los informes de la inteligencia miltiar española, CNI... y ni a unos ni a otros Moncloa les hace el menor caso.
Veamos: en Ceuta, Marruecos ha ganado, España ha perdido. Y el vencedor se pavonea de su éxito. Tras utilizar a 8.000 jóvenes como misiles humanos contra España y financiar su viaje hasta la frontera de Ceuta, el Régimen de Mohamed VI, como un matón de taberna, se jacta de que España conocía el alto precio de “subestimar a Marruecos”, mientras Pedro Sánchez, el presidente más cobarde de toda la democracia española, en lugar de preparar una respuesta en condiciones, habla de “recuperar” la relación con Marruecos. Es decir, Rabat ha comprobado que España es débil y en eso basa toda su estrategia. Y no olvidemos el cervantino “el moro es taimado”.
“El moro es taimado”. En España viven cerca de 900.000 marroquíes, aunque algunas ONG aseguran que superan el millón. ¿Cuántos de ellos son fieles a la España que les acoge?
Hasta Bruselas, más dura con Rabat que Madrid -que tiene bemoles la copla-, asegura que Marruecos se ha comprometido a vigilar sus fronteras, es decir, que ni tan siquiera se le castigará por su cobardica e inhumana invasión privándole del dinero que se le paga… ¡para que no utilice a los migrantes como misiles humanos contra España!
De postre, el Pentágono nos pide que lleguemos a un acuerdo con el agresor musulmán, con Mohamed VI. Pero ¿esto qué es? como diría Pablo Iglesias.
Es España, no Europa, ni Estados Unidos, quien debe reaccionar ante Marruecos y dar un duro correctivo a Marruecos.
Con perspectiva histórica: a la sombra del 11-M de 2004, que fue cuando Mohamed VI aprendió a preparar la invasión de Ceuta, Melilla y Canarias, Marruecos ha vuelto a vencer otra batalla a España. Una batalla cobarde, ciertamente, que utiliza a los desesperados como carne de cañón, en seguimiento de la regla islámica de que para los árabes (entendiendo por ellos los mahometanos) la guerra es una cuestión familiar, bebés incluidos. Rabat se plantea ya la conquista de Ceuta y Melilla… y después Canarias.
Trump optó por Marruecos frente a España, pues no se fiaba del Sanchismo. Biden es aún peor, porque desprecia a Pedro Sánchez. En cualquier caso, es España quien debe responder
Hay muchas formas de reaccionar ante la agresión marroquí. Por ejemplo, militarizar y, atención, cerrar Ceuta y Melilla al paso de marroquíes. Este es el momento idóneo. Y lo más importante a medio plazo: para unir Ceuta -hoy aislada- con la península, se precisa un aeropuerto y una base naval. El helicóptero sólo sirve para fotografiar a Sánchez contemplando el problema, “desde el aire”.
Además de ello convendría expulsar a todo residente en Ceuta que infrinja la ley, es decir, que no responda a la acogida que le brinda España. Hay barrios de la ciudad de Ceuta donde la policía no entra.
Y cuidado con la inmigración de aquel país, actualmente residente en España. En nuestro país viven cerca de 900.000 marroquíes, aunque algunas ONG aseguran que superan el millón. Una bomba de relojería.
Respecto a Estados Unidos, un país con bases militares de importancia en el territorio español, hay que pararle los pies. Desde Madrid, no desde Bruselas. Trump optó por Marruecos frente a España, pues no se fiaba del Sanchismo. Biden aún peor: opta por Mohamed VI porque desprecia a Pedro Sánchez. Desprecia hasta su apoyo político progresista.
Trump sentía cierta aversión por lo hispano aunque, al final de su mandato, aprendió a respetar lo hispano. Biden sólo siente el desprecio progre por lo que no es de su condición ‘wasp’, un desprecio que se acentúa con su senilidad.
Así que lo primero que debería haber hecho ese desastre con patas que es la ministra Arancha González Laya, sería haber respondido al Departamento de Estado norteamericano con un “métase usted en lo que le importa”. ¿Negociar con el secuestrador? Negocie usted con los chinos, que le están tomando el pelo.