- Los inversores ven más razones para dudar que para valorar, por eso sigue el castigo en bolsa.
- En cuatro meses ha perdido casi la mitad del valor (de 21 a 11 euros) y no se ve el fondo.
- Las ventas caen, mientras espera que India reabra el periodo de nuevas subastas.
- Y a eso se suma la inquietud sobre la integración de los equipos directivos y el abandono de directivos.
El castigo en bolsa a
Siemens Gamesa se prolonga este viernes, con una caída superior al 3%, lo que penaliza más aún a un valor envuelto en dudas por la gestión de
Rosa García (
en la imagen), la cara del gigante alemán en España, que sobrevive gracias a la filial eólica
surgida tras la fusión.
De los máximos que tocó a mediados de mayo, en 21 euros por acción, roza ya los 11 -o sea, ha perdido casi la mitad de su valor en cuatro meses-, y lo peor, no se sabe dónde está el suelo, porque sigue, con la terminología de los analistas, en fase de corrección.
Siemens Gamesa ha enviado a la
CNMV la
información del primer semestre, después de que se conocieran, en julio, las cuentas del primer
ejercicio fiscal, los primeros como única empresa.
La caída de ventas, del 7%, junto a otras previsiones, provocó un
buen tortazo en bolsa, del 17%, en la medida, pero no ha dejado atrás esa tendencia, que añade nuevas sospechas de que la
reestructuración puesta en marcha por Rosa García es más grave, para la integración, o por el nuevo equipo, tras la
salida, antes de tiempo, del consejero delegado
Ignacio Martín, a quien sustituyó
Markus Tacke.
A ese ajuste, que dejaba mediadamente claro quién manda en el nuevo equipo -tres hombres de Siemens y dos de Gamesa- se han sumado más abandonos, vinculados a Martín, como
Xabier Etxeberría (director general ejecutivo) o
Ignacio Artazcoz, director financiero.
A eso se han unido otros factores, como el suministro de 94 turbinas en Holanda, aunque
su gran objetivo está en India, país en el que sufre un paro de pedidos a la espera de reapertura del mercado y la fijación de subastas.
Son razones, en fin, para el desencanto, a las que se une la realidad en sí del gigante alemán en España,
dedicado a vender lo que fabrican otros países. El cambio es drástico respecto a su etapa anterior, en la que se acostumbró a funcionar
a base de contratos públicos y macropedidos del sector público.
Esa etapa acabó con la crisis
y la falta de licitaciones con un Gobierno abocado a recortar el gasto público como sea.
De esos polvos han llegado estos lodos.
Rafael Esparza