A los accionistas del Santander les preocupa mucho más el cambio climático que el Brexit
El próximo 10 de septiembre se cumplirán cinco años de la muerte de Emilio Botín López y el ascenso de su primogénita, Ana Botín O’Shea. Cuando Botín muere, el Santander ronda los 100.000 millones de euros de valor bursátil, mientras que ahora capitaliza por debajo de los 57.000 millones de euros.
Dejando a un lado que los hermanos Botín (entre los seis, según la CNMV, retienen el 0,7% del capital) no estén muy contentos con la presidenta, lo cierto es que es injusto acusar a Ana de dilapidar el patrimonio que heredó de su padre (el corporativo, no el personal) por cuanto el resto del sector bancario español ha perdido –en términos porcentuales, relativos- el mismo 50%, más menos. Es más, durante los últimos tres años, el problema bancario parece ser Santander España y BBVA, los bancos internacionales han soportado mejor el derrumbe bursátil que los demás. Por lo tanto, no se le puede achacar, al menos en este punto.
El problema son las ampliaciones de capital y el pago de dividendo en papel (scrip)
Ahora bien, lo que sí se puede señalar, y me temo que lo que mejor resume el periodo Ana Botín, son las constantes ampliaciones de capital.
Nada más llegar, Ana Botín reclama a los accionistas 7.500 millones de euros. En 2017, con la excusa del Popular, la presidenta les reclama otros 7.000 millones. Ahora, en 2019, requiere 2.500 millones de euros más para comprar la parte no controlada de Santander México. Es decir, hablamos de un total de 17.000 millones de euros en tres años. ¿Para tan magra capitalización? Malos tiempos para la plusvalía.
Pero no sólo eso, Botín ha continuado con la política del ‘scrip dividend’, que no es lo mejor para el accionista y que, tras la crisis, muchas compañías están abandonando. Casi de continuo.
El punto flaco del Santander: no va muy holgado de recursos propios. Por eso, hasta lo que no debería afectarle en bolsa… le afecta
Veamos, el problema del Santander es que no va muy holgado de recursos propios. Por eso, hasta lo que no debería afectarle en bolsa… le afecta. Un ejemplo: si la sentencia europea (Luxemburgo) sobre el Índice de Referencia de Préstamos Hipotecarios (IRPH) fuera negativa, el Santander debería ser de los menos afectados. Ahora bien, como el grupo cántabro va muy corto de recursos propios, hasta lo que no debería afectarle le afecta. Y la pregunta es: tras esquilmar al accionista, por 17.000 millones de euros, ¿puede el Santander formar nuevas ampliaciones? Parece difícil. Y no es que el BCE le presione. Cumple la normativa de recursos propios, suficiente en tiempos de estabilidad. pero insuficiente ante cualquier novedad negativa… va muy justo.
En resumen, no se puede decir lo que tantos presagiaron: que Ana Botín iba a ‘estropiciar’ la gestión de su padre. No lo ha hecho. Podríamos decir que la ha mantenido. Pero eso, sí, ha maltratado al accionista aún más que su padre.
Y eso siempre tiene su precio.