- No obstante, el beneficio trimestral ha crecido un 5%, hasta 25,3 millones, mientras su filial patrimonialista ha ganado 18 millones.
- La tentación está en vender Testa, pero se quedaría sin una de sus principales fuentes de ingresos.
- El dividendo por su participación del 9% en Repsol es la otra gran fuente de liquidez: le aporta 68 millones.
- Sacyr necesita crecer, incluso a través de una fusión: la constructora corre un riesgo de tamaño.
Mandan las actuales circunstancias en la constructora Sacyr para que el foco del interés informativo esté más en el futuro de Testa, su división de patrimonio -cuya colocación en bolsa está en la agenda de lo probable-, que los resultados propiamente dichos del grupo que preside Manuel Manrique (en la imagen). Comparen y concluyan, como quien dice. Ayer le tocó anunciar los resultados del primer trimestre a Sacyr, y este miércoles ha sido Testa la que ha comunicado sus cuentas. Sacyr ha ganado 25,3 millones, el 5% más que en ese periodo de 2014, y Testa (en la que controla el 99,3%), 18 millones, aunque el beneficio ha descendió un 4,2%. Si a Testa añaden el dividendo que Sacyr consigue por su participación del 8,89% en Repsol (68 millones), tienen ya todos los ingredientes para comprender la situación real del grupo de construcción y servicios. En otras palabras, un beneficio recurrente de 25 millones, sin extraordinarios, está bien, pero es insuficiente. Es poco, dicho de otro modo, para una constructora que necesita rentabilizar sus inversiones internacionales. Ojo, hablamos de un buen beneficio, gracias a un incremento del 19% de la cifra de negocio (702 millones) y del 23% en el resultado bruto de explotación (Ebitda), hasta 111 millones. Pero para Sacyr no le basta con la presencia en el exterior (da prestigio, es cierto), gracias a la cual ha engordado su beneficio trimestral, sino que tiene que generar un negocio lo suficientemente sólido y rentable para que la empresa aumente el tamaño. Hay que tener en cuenta, además, que España da para lo que da, que nunca será tanto. Paralelamente, para que Sacyr crezca en el exterior y financie ese crecimiento, sus dos grandes fuentes de liquidez son Testa y Repsol. El dividendo de la petrolera siempre estará ahí mientras no venda su parte. Y además, la semana pasada entró en vigor el pacto de refinanciación de los 2.200 millones para para la compra de esa participación. El problema viene de la colocación en bolsa de Testa, la joya de la corona de Sacyr (aporta al grupo, trimestre a trimestre, en torno al 45% del Ebitda). Manrique ha confirmado que esa salida a bolsa es una de las posibilidades para obtener fondos. La otra sería venderla, pero se quedaría sin un activo valiosísimo. El presidente puede ceder a esa tentación, pero pagaría un alto precio a largo plazo. Si sale a bolsa, finalmente, la cuestión está en saber con qué porcentaje. Le inyectará liquidez para su desarrollo internacional, pero también se le escapará una fuente de ingresos. En cualquier caso, como ya informó Hispanidad, si no baja su participación del 70% (ahora tiene un 99,3%) -colocando el resto mediante una oferta pública de suscripción (OPS)- podría obtener 300 millones de euros para su actividad de construcción. Testa ya cotiza, pero con un free float irrelevante, del 0,67%. Sacyr puede ser fuerte -ya lo es- en la ingeniería de la construcción, pero necesita tamaño. Y sin ese tamaño, que puede lograr incluso a través de una fusión, corre el riesgo de menguar. La deuda, mientras, ha pasado de los 6.337 millones de euros al cierre de 2014 a 6.660 millones. Rafael Esparza