Durante el estado de alarma, el Sabadell ha cerrado 90 oficinas al público que, por otra parte, permanece confinado en sus casas. Pues bien, esas 90 sucursales ya no volverán a abrir, según ha explicado este jueves el CEO del banco, Jaime Guardiola, durante la rueda de prensa telemática para presentar los resultados del primer trimestre.

Pero tranquilos, porque el Coronavirus no va a suponer reducción de plantilla. Todo lo contrario, Guardiola ha asegurado que estas semanas, los empleados de esas oficinas se han reubicado en otras áreas y la experiencia ha sido tan positiva que, cuando se normalice la situación, lo que va a ocurrir es que el banco va a “internalizar actividades que antes hacían terceros”.

Como el resto de banqueros, Guardiola no ha querido entrar a valorar las medidas económicas del Gobierno, y mucho menos las que hacen referencia a la mal llamada desescalada. En cualquier caso, sí ha pedido al Ejecutivo que flexibilice los ERTE hasta después del estado de alarma. Alargar su aplicación durante un año, si hace falta. Pues muy mal: los ERTE no dejan de ser una subvención del Estado. ¿No sería mejor crear empleo -aunque sea público, que ya lo privatizaremos-, que dar una limosna? ¿Por qué no volver al antiguo INI?

A Guardiola le molestan mucho -“me indigna”, ha dicho- las críticas surgidas por la presunta lentitud a la hora de conceder los créditos ICO. “Es normal que la gente esté nerviosa porque tiene que hacer frente a sus pagos. Pero creo que en este mundo de exageraciones en el que vivimos existe una falta de respeto a los profesionales de la banca que me duele muchísimo y me indigna”, ha señalado. “La banca necesita un poco de reconocimiento y menos tortazos”, ha afirmado.

En cuanto a los resultados, creo que voy a tomar la determinación de hacer una plantilla, pues los presentados hasta ahora son, con las lógicas diferencias numéricas, prácticamente iguales en sus esquemas de comportamiento financiero.

Igualmente, me permitirán que insista en una certeza que hasta la fecha se está constatando en todos los balances presentados y que, evidentemente, las provisiones extraordinarias por el impacto del COVID 19 han agravado: las cuentas de resultados de este primer trimestre ya iban a reflejar una reducción en los beneficios de la banca por una ralentización económica general.

La entidad presidida por Josep Oliu ya viene de lejos mostrando dificultades para presentar unos resultados adecuados a sus inversiones, tamaño y prestigio en nuestro sistema financiero, pero entre TSB, situaciones políticas en Cataluña y ajustes, no logra levantar cabeza.

El resultado del primer trimestre ha sido de 94 millones de euros (M€) (-63,7%) que incluyen los 213M€ extras dotados por la estimación de los deterioros por el coronavirus, en línea con las instrucciones del regulador. Pero ni aun excluyendo el impacto de esta dotación, el resultado del Sabadell es bueno, ya que sería de 245M€, un 5% inferior al de 2019. Además, como veremos más adelante, con algún resultado extraordinario necesario para darle un ligero tono al gris a pesar de la rémora que continúa siendo el TSB.

Al contrario que la competencia, el margen de intereses ha decrecido un 1,8%, tanto en el BS como en TSB. ¿El motivo? Las titulizaciones del crédito al consumo del último trimestre de 2019. Las comisiones han crecido un 1,9%, pero ni aun así el margen básico logra ser positivo. Para llegar a un margen bruto de 1.371M€ (+3,6%) ha sido necesario una venta de la cartera ALCO que ha dejado 137M€ en el ROF para poder obtener un margen bruto de 1.371M€ superior en un 3,6% al de 2019, contando con que en el TSB ha sido un 6,6% inferior. Los costes de explotación son un 1,8% inferiores al marzo de 2019, y el margen antes de dotaciones crece un 8,4% en total, mientras que TSB pierde un 18,1%.

Las dotaciones -ya hemos visto antes los 213M€ por el COVID 19-, en total para insolvencias y otros activos y deterioros han ascendido a 452M€ por lo que los 239M€ de diferencia han supuesto 82M€ más que en marzo de 2019. En lo que se refiere a las cifras de morosidad se han reducido un 4,3% y ascienden a 6.112M€. Se ha de tener en cuenta que han reclasificado como activos no corrientes para la venta las carteras de activos problemáticos vendidas a inversores. El ratio de morosidad es del 3,84% (-0,26%) y el de cobertura del 52,8%. Como vemos, esta parte del negocio sigue siendo un quebradero de cabeza para la entidad Vallesana y parte, para esta travesía del desierto, con una clara desventaja derivada de su política agresiva en los tiempos del ladrillo, que no ha sabido o podido resolver con la agilidad que otras entidades de su tamaño.

Los demás ratios reflejan la situación, evidentemente. La eficiencia ha perdido 2,76% y se sitúa en un 49,34%; la liquidez (LCR) está en 172 y, en cuanto a la solvencia, el ratio CET1 Fully loaded es de 11,6%, un 0,6% superior al de 2019, pero con la advertencia que vengo haciendo: la entidad, igual que las demás vistas hasta ahora, ha suspendido el reparto de dividendos.

Con estas cifras, no es extraño que la capitalización en bolsa del Sabadell sea tan baja. El banco valía, a 31 de marzo, un total de 2.628M€, mientras que en 2019 su valor era de 4.915M€. Mirando gráficas, la acción de la entidad ha perdido en cinco años dos euros por título y actualmente se cotiza a 0,38€. Conviene recordar que su valor nominal en de 0,125€.

Ante esta situación, ¿puede ser el último empujón hacia una compra o fusión? Desde luego, mala pinta tiene, y harían bien sus gestores en analizar cómo han llegado a situaciones como la actual, con actitudes como las que siempre me decía un colega directivo del banco: “En el Sabadell nos miramos demasiado el ombligo y nos pensamos que el mundo gira a nuestro alrededor”. En cualquier caso, el mercado ha premiado estos resultados y la cotización del banco ha subido un 1,48% este jueves.