- En una parte, Caixa y Repsol dependen de la evolución de Gas Natural Fenosa, no al revés.
- La chilena CGE inyectó 500 millones de euros en la cuenta de resultados.
- Lo más importante: el apalancamiento cayó del 3,5 al 3% (Ebitda/deuda), hasta los 15.648 millones de euros.
- Fuerte reducción en las inversiones (-52%), sobre todo, en las financieras (en más de un 87,8%).
- Sus políticas de desconsolidar deuda son parte integrante de sus plantes estratégicos.
- Pero a los inversores parece no haberles gustado mucho los resultados: el Ibex 35 baja un 2,5%, mientras GNF cae un 5,5%.
Españoles, ¡el
petróleo ha muerto! Esta apocalíptica noticia sólo puede venir acompañada por la retransmisión radiofónica más espectacular de todos los tiempos, con Orson Welles como invitado estrella en la Guerra de los Mundos. El pánico se apodera de la población y busca en las redes -en aquel entonces en la radio-, la forma de sobrevivir en estos tiempos interesantes, en forma de maldición china que nos obliga al
cambio constante.
No se preocupen, la noticia aún no es cierta del todo. No obstante, es innegable que la
sobreproducción de petróleo, incapaz de agotar la capacidad productiva excedente y la caída de su precio en los mercados internacionales por debajo de los 30 dólares, están creando una situación inusitada en la actividad económica y bursátil y en la generación de nuevas tensiones geopolíticas, que pueden dejar a la altura del betún la primavera árabe, derivada de la evolución del precio de los cereales. El fin de la era del petróleo no se producirá como consecuencia de su agotamiento, al igual que sucedió con la Edad de Piedra, sino como consecuencia de que las entidades del sector energético serán capaces de adaptar sus negocios a las nuevas necesidades y demandas económicas.
La presencia de un modelo de negocio orientado y un balance saneado resultará totalmente imprescindible en el futuro. Esto es lo que, en alguna medida, nos presenta
Gas Natural Fenosa (GNF) con los
resultados del ejercicio 2015, como carta de presentación ante el castigo a que está siendo sometida
Repsol. Y en este sentido, no debemos olvidar como Repsol, así como
La Caixa, son dos de los principales referentes accionariales del grupo, por lo que su supervivencia puede depender de la salud de la gasista.
En este sentido, la empresa de suministro mejora sus
ingresos hasta cifras de 26.015 millones de euros que harán las delicias de los accionistas en forma de un incremento de los
dividendos con un
pay out de aproximadamente el 62% y una rentabilidad por dividendos superior al 4,4%, eso sí, tomando como referencia la cotización a 31 de diciembre. Cifra de rentabilidad seguramente muy inferior al dato derivado de la cotización actual, sometida a la tormenta proveniente de los países productores de petróleo (y de La Moncloa, añadiría yo). En cualquier caso estas noticias han perjudicado especialmente su cotización en las últimas fechas.
Estos datos, que suponen un incremento del 5,3% de los ingresos, han derivado en un
beneficio un 2,7% superior al del ejercicio anterior, hasta los 1.502 millones de euros, si bien los datos de 2014 están sesgados por los extraordinarios obtenidos en aquel periodo. Desde un punto de vista operativo, el beneficio bruto ha experimentado un aumento del 8,6%, datos que deben considerar la integración de la principal adquisición de Gas Natural en los mercados internacionales -la empresa chilena
CGE- como vía para escapar, con
Orfidal, del deprimido mercado español.
Esta entidad aporta al grupo cifras aproximadas a los 500 millones en 2015, frente a los datos de 28 del año anterior, momento en el cual no se habían integrado plenamente los resultados de la empresa chilena. Todo ello permite conjugar el malestar derivado de la digestión de los
cambios normativos del año 2014 y de la incertidumbre derivada de la actividad política y dispositiva de aquel periodo, que tuvo un coste significativo en su cuenta de resultados.
Su estructura del balance deja claras las intenciones de Gas Natural Fenosa de reestructurar su
deuda financiera neta por valor de 15.648 millones, con una madurez a largo plazo e incluso superior a los cinco años, lo cual es señal de su salud patrimonial en su balance. La ratio de endeudamiento se sitúa en el 45,8% frente al 48,5% en el año anterior y la ratio deuda financiera/Ebitda en 3,0 veces frente a 3,5 en 2014. El Ebitda/coste deuda financiera neta presenta un valor de 6,4 veces, algo inferior a lo reflejado en el ejercicio anterior de 6,6 veces.
Asimismo, se produce una reducción importante en las inversiones del 52%, hasta cifras iguales a 2.082 millones de euros. En dichas cifras debe tomarse en consideración la reducción de las inversiones financieras en más de un 87,8% en el periodo, en la medida que los datos del ejercicio 2014 reflejaban la adquisición del 96,7% de CGE por valor de 2.519 millones de euros, así como las inversiones realizadas en Costa Rica. Todo ello deriva en un aumento del patrimonio neto del 2,8%, incremento que no debe pasar por alto la evolución del último trimestre de 2014 con una reducción de 383 millones.
No obstante, con esta información, uno no puede lanzar las campanas al vuelo. La política de Gas Natural de externalizar la realización de inversiones a través de entidades no consolidadas revela una forma de eludir la presencia de deuda en los estados financieros del grupo. Sin duda, la penalización de los mercados a las empresas con un endeudamiento elevado, la amenaza constante de las empresas de calificación crediticia y el miedo al cierre de los mercados a las emisiones españolas derivado del riesgo político, explican las políticas de
desconsolidar deuda como parte integrante de sus planes estratégicos.
En este sentido, previsiblemente la deuda total refleja un riesgo superior al reconocido en balance que puede hacer las delicias de los aventurados inversores, que asustados por la evolución de la deuda pública y los sobresaltos políticos y económicos que nos vienen encima, buscan nuevas aventuras de la deuda corporativa. El escaso éxito de la deuda del grupo emitida en el ejercicio anterior, con grandes dificultades para cotizar por encima de su nominal, puede estar también detrás de la necesidad de externalizar deuda, vendiendo así los éxitos de su gestión.
En definitiva, los datos de Gas Natural no resultan muy atractivos, no por su adecuado comportamiento, sino por la dificultad de obtener un titular impactante que permita despertar a los accionistas del letargo en caída libre actual. La generación de caja y un crecimiento vegetativo adecuado siempre es algo bueno, pero no vende y en el mercado actual la imagen cuenta, y mucho.
De hecho, a los inversores parece no haberles gustado mucho los resultados, o no los consideran suficientes: el Ibex 35 ha cerrado este miércoles con un descenso del 2,5%, mientras GNF ha caído un 5,5%.
Cuidado con el petróleo, está enfermo.
Rodrigo de Silos
rodrigode@hispanidad.com