En todo progresista anida un cura: un conductor de moral y buenas costumbres. Algo parecido a asegurar que en todo comunista anida un puritano.

En todo comunista anida un engreído que considera al resto de la humanidad potencialmente idiota. Garzón ha decidio luchar contra la ludopatía, una causa tan encomiable como cualquier otra filantropía.

No olviden que Alberto Garzón, es comunista y ministro de Consumo, así que no le han dejado mucho espacio para brillar. Pero lo intenta, vaya que sí lo intenta. Y así ha decidido que los famosos no puedan anunciar el juego. Ojo a la argumentación: “Mucha gente puede crear que ese famoso es rico y conocido por su relación con el juego que anuncia”. ¿En serio Alberto? ¿Lo creerías tú? Entocens ¿por qué sospechas que los administrados son idiotas? ¿Por seguir el viejo principio ilustrado de todo para el pueblo pero sin el pueblo, que es muy ignorante?

Luego viene lo de reducir por horarios y por lugar, por tiempo y por espacio, la publicidad de los juegos de azar. Por cierto, con una concesión a la demagogia: al fútbol se le castiga menos que a otros deportes porque con el fútbol ningún político juega, no vaya a ser que hasta los más progres le retiren sus favores.

Como buen progre, Garzón se niega a hablar de moral y entonces recurre a la salud y a la seguridad. Lo cual supone una curiosa tontuna

Y en su afán moralizador, don Alberto no sólo reduce los contenidos publicitarios sobre las apuestas sino que censurará sus contenidos. Un puritano, y un marxista, en estado puro. 

En el no va más de su pose, Garzón, como le está prohibido por el código (código progresista) hablar de moral pública, asegura que todo lo hace por razones de “salud pública”: ¿Apostar por el Barça perjudica a la salud? ¡Cosas veredes, amigo Sancho!

El problema del mundo moderno es que ha trocado el pecado por el delito y la moral por la salud y la seguridad.

Mire usted, señor Garzón: si quiere que la getne no se quede sin blanca por apostar tendrá que hablarle, desde pequeño, en el hogar y en la escuela del valor del esfuerzo y del escaso mérito del azar que encima conlleva muchos peligros.

Pero, como político, si no quiere que la gente juegue, prohíba el juego de azar. Lo que resulta absurdo es que permita el juego pero no la publicidad sobre el juego. Si el juego es bueno que se anuncie lo que quiera. Si el juego es malo que no se permita jugar.

El problema de la modernidad es que ha cambiado el pecado por el delito. Y de este modo, la vida se vuelve extraordinariamente complicada

¿Cuál es el problema Garzón? Pues que, como todo progre, no puede decir que algo es buen o es malo.

Pero tampoco podemos quejarnos. Garzón ha conseguido hacer su primera rueda de prensa en un ministerio tan vacío de contenido como el de consumo. Eso no lo logra cualquiera.