A Pedro Sánchez de momento todo le sale bien...
Porque en la Unión Europea la única forma de arreglar algo -y hay que arreglarlo casi todo- es amenazar con romper la baraja. Sí, tras la decisión del Tribunal alemán sobre Carles Puigdemont, el Gobierno español, tal como aconsejaba el diputado pepero González Pons, debía romper con Schengen, paralizarlo… para forzar que se renueve Schengen y el mecanismo concreto de la euroorden.
Porque lo que estamos permitiendo es que un acusado por un delito de rebelión -en Alemania, alta traición- forme un Gobierno en el exilio para delinquir desde Bruselas en pro de la independencia de una parte de España llamada Cataluña. ¿Puede España permitir que un traidor se esconda en un país presuntamente socio, presuntamente amigo? Pues el cobarde de Pedro Sánchez lo está haciendo.
El juez Pablo Llarena ya les ha echado la bronca a los jueces alemanes: lo que ha venido a decirles es que ellos no tienen que discutir la euroorden: lo que tienen que hacer es aplicarla. Ellos no tienen que juzgar a Puigdemont sino entregar al prófugo a la justicia española.
Si el espacio común significa negociar con todos los tribunales de Europa, ¿de qué comunidad estamos hablando?
Y entonces es cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se escandaliza ante la petición de González Pons pero permite la impunidad de Carles Puigdemont para insultar a España. Lo que debería hacer sería, en primer lugar, política: es decir, hablar con Alemania y Bélgica donde la justicia es muy independiente, claro está, pero a lo mejor los gobiernos pueden hacer ‘política’. Por ejemplo, explicándoles a sus ciudadanos de qué va lo del caradura de Puigdemont. En segundo lugar, Moncloa debería amenazar -es lo único que funciona en la UE- con abandonar Schengen, con paralizar la libre circulación de personas, si sólo sirve para que los separatistas se burlen de España.
Y no olvidemos que países que ni tan siquiera pertenecen a la Unión Europea, han adoptado Schengen (por ejemplo Suiza, donde se encuentran fugados varios independentistas catalanes), Islandia o Noruega. El acuerdo tiene mucho valor… siempre que no se utilice para fomentar la impunidad.
Precisamente, para evitar casos de prófugos, Suiza ha votado abandonarlo en referéndum, porque, en cualquier caso, ningún país está dispuesto a que se utilice la libre circulación de personas para proteger a criminales.
En cualquier caso, sólo España acepta, de forma sumisa y vergonzosa, ser humillada y ridiculizada por Bélgica o Alemania, por unos socios que defienden a prófugos. Recuerden que el cobardón de Pedro Sánchez es cainita: durísimo con otros españoles, por ejemplo con la derecha y con los cristianos, y débil ante Alemania y Bélgica.
Es lo que hay. Y nos pasa lo que a los nicaragüenses con Daniel Ortega: le votamos nosotros. Bueno, a Sánchez, le votamos un poco menos que a Ortega.