- Eso sí, después del mensaje de tranquilidad a las tres plantas españolas del grupo francés.
- El Gobierno español ha jugado en segundo plano, a diferencia de Hollande y Merkel.
- La compra de la filial de General Motors, por 2.200 millones, convierte a PSA en el segundo fabricante europeo.
- El grupo fue rescatado hace tres años por el Estado francés, que todavía mantiene un 14%.
- Todos contentos: París, con la aportación francesa; Berlín, con el futuro de Opel, y General Motors, que seguirá unido a PSA.
El grupo PSA
Peugeot Citröen ha dado este lunes los detalles que faltaban sobre el acuerdo con
General Motors (GM) para comprar su filial europea, con dos marcas,
Opel (alemana) y
Vauxhall (británica). Pero la preocupación estaba en el futuro de las
plantas españolas, sobre todo de
Figueruelas (Zaragoza) que da empleo a 5.800 personas.
Pues bien,
esa planta está a salvo. Así lo ha comentado el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, por teléfono, al presidente de Aragón,
Javier Lambán. Eso sí, después del mensaje de tranquilidad del presidente ejecutivo del Grupo PSA,
Carlos Tavares, a los trabajadores, a los que ha asegurado que no habrá cierres de plantas ni destrucción de empleo.
Tavares ha explicado los acuerdos junto a la presidenta de GM, Mary T. Barra (los dos
en la imagen).
Viene al caso decirlo a tenor del
silencio del Gobierno español durante las negociaciones entre
PSA y
GM, por contraste con el papel, más activo, que han jugado los gobiernos francés y alemán, incluso con ruedas de prensa conjuntas.
La inquietud en Figueruelas queda ahora en expectación, a la espera de los detalles, especialmente sobre si hay cambios en los planes de fabricación de
nuevos modelos. Y lo mismo cabe decir de las plantas de PSA en
Vigo y
Madrid.
La operación, según el
comunicado, asciende a 2.200 millones: 1.300 millones por la adquisición de las marcas y otros 900, el 50% con el banco galo
BNP Paribas, por la filial financiera en Europa de GM. La financiera tiene
1.800 concesionarios de 11 países de la UE.
El resultado más visible es que el grupo francés se convierte en el segundo fabricante europeo por delante de
Volkswagen y por detrás de
Renault (con
récord de beneficios y ventas en 2016), que le ha comido cuota de mercado estos años.
Paradójicamente, PSA se ha sobrepuesto a una grave crisis por la que
tuvo que ser rescatada, hace tres años, por el Estado francés -controla el 14% del capital-,
con la ayuda de inversores chinos (la multinacional
Dongfeng tiene otro 14%) y la
familia Peugeot (otro 14%). Por eso, el presidente francés,
François Hollande, valora la operación como una demostración de la contribución gala a la consolidación del sector europeo.
La situación de
Opel, sin embargo, sigue en una
crisis interminable de 16 años en pérdidas, aunque con un horizonte más alentador: en 2016 perdió unos 242 millones de euros frente a los 813 millones de 2015. El Gobierno alemán ha pedido a PSA, sin embargo, que cumpla su
compromiso de mantener los acuerdos sobre empleo e inversiones.
Para
General Motors, por su parte, supondrá una reducción en sus
necesidades de liquidez de unos 2.000 millones y, al mismo tiempo, no descarta aumentar su presencia en PSA. Los dos grupos están atados en una alianza desde 2012 (GM tiene el 7% de PSA) y prevén colaborar también en el despliegue de tecnologías del
coche eléctrico.
Rafael Esparza