El debate era sobre el Consejo Europeo sobre migración, pero en nuestro Congreso de los Diputados lo que importante es aprovechar la presencia de la cámara. En cualquier caso, un debate, el de la mañana del martes 17, importante. De casi seis horas, que los discursos de don Pedro empiezan a parecerse a Fidel Castro, pero que va a marcar la legislatura.

El programa del Gobierno es ferozmente anticristiano pero moderado en materias como economía e inmigración. Europa no lo permite

Se puede resumir fácil: Pedro Sánchez fue delicado, finísimo, ante las arremetidas injuriosas de la podemita, Ione Belarra. Lo mismo ocurrió con los separatistas Joan Tardá, Carles Campuzano y hasta con la representante de Bildu o con la proetarra Marian Beitialarrangoitia (si algún lector es capaz de repetirlo tres veces seguidas, tiene premio). Con Aitor Esteban, del PNV, puro guante blanco.

Sin embargo, Sánchez se mostró durísimo e insultón –eso sí, quejándose de ser insultado- con Rafael Hernando, portavoz popular y con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.

Moncloa también cuenta con la aportación del PNV… cada vez más independentista

El tono marca la legislatura. Sánchez está vendido a quien le votó el día de la moción de censura -1 de junio- y quiere marcar distancias con la derecha. Está inserto en el Frente Popular junto a comunistas y separatista de todo signo, incluidos el PNV, cada vez más separatistas. No le importa el vértigo con los que quieren romper la unidad de España y acabar con la monarquía, verse subsumido en el proyecto III República.

Así, la política del PSOE será ferozmente anticristiana pero moderada en economía y en migración: ya se sabe que otra cosa no lo permitiría Bruselas. Pero a los católicos, sí: a esos hay que golpearles todo lo que sea menester. Además, nadie defenderá a los católicos en el actual Parlamento.

La histeria feminista, a cargo de Adriana Lastra, con final de fiesta en clave cursi

Y el feminismo naturalmente, ya saben, Sánchez tiene alma feminista. En el debate, la enardecida defensa de la mujer –que, por cierto, no venía a cuenta- la llevó a efecto, cómo no, doña Adriana Lastra, portavoz parlamentaria del PSOE, quien consumó un intercambio de sonrisas al finalizar el debate con Pedro Sánchez. Un poco cursi, la verdad.