El pasado miércoles se celebró el Día escolar de la No-Violencia (ver el documento adjunto). No quiero ni pensar las horteradas a las que maestros bien pensantes han sometido a los pobres niños en este pasado 30 de enero.

Al mismo tiempo, se cumplían 71 años de la muerte del Mahatma Gandhi, el paradigma del pacifismo. Cuando visitó a Churchill, que no era pacifista, sino un cabrito (empleamos el diminutivo), el ilustre prócer preguntó a su subordinado: ¿Ya ha llegado el pordiosero?

La violencia puede ser legítima... si es legítima defensa.

La verdad es que Gandhi era un tipo bien intencionado, pero con su pacifismo no consiguió lo que quería: la independencia de la India, sino su partición entre países perpetuamente enfrentados (India, Pakistán y Bangladesh), al tiempo que el proceso de descolonización más sangriento de todo el siglo XX. Era pacifista.

Las ofensas golpean el alma como el puño golpea el rostro

Y es que conviene aclarar algunas cosillas sobre de la paz, un término que tiene un inconfundible aroma oenegero:

1.La violencia física no es la única violencia que existe. La pluma pude ser más hiriente que la espada.

2.La violencia puede ser legítima... si es legítima defensa. No toda violencia es negativa. Con las leyes de la legítima defensa, ciertamente, pero en ocasiones la violencia es necesaria.

3.Las ofensas golpean el alma como el puño golpea el rostro. Y su efecto suele ser incluso más duradero. Toda injusticia supone una dolorosa bofetada para la víctima. 

No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón, ni perdón sin arrepentimiento

Pero lo más importante:

4.No hay paz sin justicia ni justicia sin perdón, ni perdón sin arrepentimiento. No rebelarse ante la injusticia no es no-violencia, es memez, sumisión y cobardía. La paz es una derivada de la justicia. 

Ojo, y como el hombre no es perfecto (no sé si lo sabían) resulta que tampoco puede haber justicia -ni paz- sin perdón, ni el perdón está completo sin el arrepentimiento del perdonado. 

Si no hay perdón, no habrá justicia, si no hay justicia no habrá paz. Antes o después, la violencia estallará y dejaremos al hombre ante el cínico eslogan de que el único remedio contra el rencor es la amnesia.