La España subvencionada
Sería otra majadería podemita más si no fuera porque quien la pronuncia es el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias Turrión, un personaje que cada vez que topa con un problema lo soluciona con la palabra mágica: nacionalizar… en nombre del “interés general” (no, él no se apellida ‘general’).
Sólo concede entrevistas a sus periodistas de cámara: a Jordi Évole o a los representantes de Diario.es e Infolibre. ¿Qué los laboratorios no cumplen con la entrega de vacunas? Se les nacionaliza, en aras del interés general, y todo arreglado. No queda claro cómo pretende Iglesias que Bruselas nacionalice a la norteamericana Pfizer o a la británica AstraZeneca, ninguna de las dos en la UE, pero don Pablo es un intelectual: cuando los hechos se interpone en su camino responde: peor para los hechos.
El neocomunismo se divide: Iglesias quiere nacionalizar empresas, Nacho Alonso prefiere subvencionarlas: es lo mismo
El problema es que la economía española está anestesiada, pero algún día habrá que quitarle la anestesia al paciente. La empresa española sobrevive gracias a los créditos ICO, avalados por el Estado y a Ertes semipagados por el Estado que, encima, han dado lugar a una lamentable picaresca empresarial… como siempre que decretamos subvenciones públicas para conseguir votos cautivos.
Y claro, cuando le quiten las muletas la empresa se viene abajo: el taller, el bar, lo que sea. En ese momento, los ertes se convierten en eres, los avales crediticios en morosidad y los autónomos pasan a cobrar el subsidio por cese de actividad y de ahí, al paro o, en el mejor de los casos, al proletariado.
El incremento de deuda, y Nadia Calviño acaba de reducir la emisión de deuda para el presente ejercicio, empieza a rozar su límite y lo peor es que nos hemos endeudado -este apalancamiento sí que resulta ‘histórico’- para subvencionar en lugar de para invertir.
Bancos y economistas auguran un año de quiebras empresariales en cuanto se levanten los ertes y los avales ICO
Tanto es así que la diferencia en política económica en el seno del Gobierno, no la marca, como se escribe, con demasiada precipitación, Nadia Calviño y Pablo Iglesias, sino este último y Nacho Alonso, el economista de Podemos: el uno todo lo arregla nacionalizando empresas, como si una compañía resurgiera por el cambio de titularidad de privada a pública, el otro pretende que el Gobierno pase a ayudar directamente a las empresas privadas, que no deja de ser una forma de apropiárselas. Nacionalizar o subvencionar a a la empresa privada es lo mismo.
Por cierto, señores Iglesias y Alonso, el único partido que propuso ayudas para la empresa privada en España, allá por los idus de marzo, fue Vox.
Ni al PSOE ni a Podemos se le ha ocurrido utilizar el endeudamiento para invertir, ya sea capitalizando empresas privadas o creando empresas públicas.
El Estado tiene que invertir o dejar que el particular invierta: no tiene que expropiar ni subvencionar
En resumen, ni el PSOE (Calviño) ni Podemos (Iglesias) se plantean crear empresas, aunque sean públicas, ni capitalizar empresas privadas: sólo subvencionar y nacionalizar, que, insisto, es lo mismo. Se trata de negar el principio paulino de que “el que no trabaje que coma”, traducido a política económica: subvencionar que no invertir. El español de bien no quiere limosnas del Estado quiere trabajar.
Voto cautivo con ingreso mínimos vitales pero ninguna inversión pública ni apoyo a la inversión privada, que es lo que pone la gente a trabajar.
Y no hay alternativa. Vox mantiene su pugna interna entre falangistas y liberales. Sin economía no se llega a La Moncloa
En el entretanto, bancos y economistas auguran un año de quiebras empresariales en cuanto se levanten los ertes y los avales ICO. Pero el Gobierno Sánchez, desesperado, se niega a aceptar la ley natural de que el Estado tiene que invertir o dejar que invierta el particular: no tiene que expropiar ni subvencionar.
Y algo que sorprende es que PP y Vox no ofrezcan alternativas. El PP sigue siendo socialdemócrata de derechas y Vox mantiene su pugna interna entre falangistas y liberales. Tendrá que optar por uno u otro o alejarse del debate económico. Parece estar en esto último. Sin economía no se llega a La Moncloa.