Lo primero que puede decirse del tan esperado como lamentable Mensaje de Navidad de SM el Rey Felipe VI de España es que se han cumplido los peores presagios: el Monarca ha cedido a la extorsión frentepopulista -socialistas, comunistas y separatistas- y ha vuelto a denigrar a, y renegar de, su padre, SM Juan Carlos I.

Una vez más, y puede resultar la definitiva, el Rey más cobarde de la historia moderna de España, ha cedido a las presiones del Frente Popular y ha vuelto a renegar, -y traicionado a- de su padre, SM Juan Carlos I, tal y como le exigía Moncloa.

¿Exigir valores democráticos a su padre, que fue quien trajo la democracia a España, para mantenerse usted en el Trono? Señor: está consiguiendo la dejación de sus amigos mientras se convierte en escarnio de sus enemigos

En el Mensaje navideño, y sin citarle, claro, porque los puñales siempre se clavan en la espalda, don Felipe ha hablado del cumplimiento de los “valores éticos”, luego pasó a “valores morales”, que, finalmente, han terminado en “valores democráticos”. Hasta ahora, el firmante pensaba que era la moral personal y su consiguiente, la ética ciudadana, quienes construían el sistema político conocido como democracia. Pero deificar la democracia como sistema de valores sólo lo hacían aquellos interesados que, como los comunistas, por ejemplo, en el pasado los fascistas, pretendían hacerse con el poder de forma espuria en una democracia.

Es decir, una forma de Gobierno -sin duda por la que apostamos muchos- crea un sistema político, no un código ético ni, mucho menos, moral. No existen los valores democráticos, Majestad. Eso no es otra cosa que una nueva ‘grosem chorradem’ del dúo Picapiedra, de Pedro y Pablo Iglesias… que usted, Majestad, no debería asumir acríticamente.

Curar los presuntos defectos -tiene otros muchos más graves que sus negocios- de Juan Carlos I con los progres socio-podemitas es como pretender curar la gripe con Covid

Volvamos al desgraciado mensaje de Navidad de Felipe VI, para cerrar el  desgraciado año de 2020.

Al final tras, el paseo por la macedonia mental de los principio éticos y morales, así como por el oxímoron, los valores, democráticos, Felipe VI concluyó el Mensaje de 24 de diciembre con otra bofetada a su padre: “Los principios éticos nos obligan a todos sin excepciones; están por encima de cualquier consideración, incluso de las personales o familiares”.

Empecemos por el final: Majestad: por repudiar a su padre… ¡qué poco le queda a usted! Este es el momento para recordar la famosa frase del cardenal Antonio María Rouco contra el puritanismo progre español: cuando el único pecado es el delito fiscal… vamos mal.

¿Exigir valores democráticos a su padre, que fue quien trajo la democracia a España, sólo para mantenerse usted en el Trono? Señor: está consiguiendo usted la dejación de sus amigos mientras se convierte en escarnio de sus enemigos.

Además, curar los presuntos defectos -tiene otros muchos más graves que sus negocios- de Juan Carlos I con los progres socio-podemitas es como pretender curar la gripe con Covid.

El pago de la cobardía regia es la elevación a modelo social de víboras de la talla de Rufián, Echenique, Monedero (éstos dos últimos defraudadores fiscales probados) y, sobre todo, de Iglesias ‘el rijoso’ y Sánchez ‘el narciso’

Lo peor que hizo Juan Carlos I no fueron sus “negocios”. De ningún modo. No debió hacerlos, por supuesto, pero, además, tiene una excusa: históricamente, la Familia Real Española ha sido maltratada en los presupuestos. es una monarquía pobretona, que siempre ha tenido que vivir de las limosnas privadas, a veces hasta extremos verdaderamente acuciantes. Así que Juan Carlos I que vivió toda su juventud con ese fantasma, decidió que no cobraría de lo público, como hacen toda las monarquías sino de lo privado-negociado vedado. Más generosidad del Parlamento con el presupuesto de Zarzuela por parte de la clase política española hubiera evitado el actual panorama.

Los verdaderos errores de Juan Carlos I, mucho más graves de los que ahora se le acusa, se los resumo yo ahora mismo:

1.Lo más importante: Juan Carlos I ha separado, precisamente, los valores éticos, es decir, los valores cristianos, y los ha subordinado a los valores democráticos… que consisten en mantenerse en el poder. Ejemplo: no tuvo valor para al menos dar testimonio, cuando Felipe González introdujo la lacra del aborto en España. Sí lo hizo el Rey Balduino de Bélgica. Es más, le molestaba que se lo recordaran. En definitiva, Juan Carlos I no era un progre -como su hijo- sino un católico, pero se comportó como católico oficial, en su vida personal, no en el ejercicio de su cargo.

2. Segundo ‘fallo’ del Reinado de Juan Carlos I: durante 40 años, Juan Carlos I se preocupó de darle coces a la derecha española y mostrarse servil y cercano con el PSOE. Ha sido uno de los principales soportes de los socialistas, un partido especializado en arruinar España y en la corrupción sistemática, un verdadero latrocinio permanente de la cosa pública. Y no hubiera podido robar todo lo que ha robado sino fuera por el apoyo del rey Juan Carlos I.

3.Al final de su vida, Juan Carlos I tuvo rasgos de barbián. Una cosa es que fuera magnate de Corinna, su Alteza Serenísima, y otra que la instalara en Zarzuela: es no lo hace un Rey, ni un esposo ni un padre… ni un caballero.

Perdido esto último, naturalmente, no se lo recriminaran los socialistas, de suyo progres, ni los podemitas, un partido que empezó siendo una casa de lenocinio y que, tras una breve estancia en el poder, volverá a ser… casa de lenocinio.

El republicano Podemos: es un partido que empezó siendo una casa de lenocinio y que, tras una breve estancia en el poder, volverá a ser… una casa de lenocinio

Y el pago de la cobardía regia, la de Felipe VI, es la elevación a modelo social de víboras de la talla de Rufián, Echenique, Monedero (éstos dos últimos defraudadores fiscales probados) y, sobre todo, de Iglesias ‘el rijoso’ y Sánchez ‘el narciso’.

Majestad, se ha convertido usted en el principal activista por la III República: enhorabuena.