Con todo respeto Majestad. (No sea  usted tan políticamente correcto).

Señor: su Mensaje de Navidad 2018 ha gustado a Pablo Iglesias y a Cristina Narbona y a Albert Ribera. Eso debería hacerle reflexionar.

Señor: la reconciliación no es un principio, es solo el acuerdo de mínimos para no rompernos la crisma

Plantea usted a los españoles un objetivo de consenso para la reconciliación y para la concordia. El término clave de su mensaje ha sido la convivencia.

Hombre, no está mal. Pero, Señor, la convivencia no es un valor moral, no es un principio patriótico, no es un objetivo para ofrecer a los españoles. La convivencia es una mera situación: cómo vivir sin partirnos la crisma. No digo que esté mal, no, pero parece insuficiente.

Y el acabose de la solidaridad no puede ser la lucha contra el cambio climático. Entre otra cosas, porque el cambio climático es algo contra la que poco pueden hacer los mortales. Y la violencia de género no es un objetivo de solidaridad. Como no lo es la lucha contra el robo. Cuando se produce, es un objetivo del código penal de tribunales y de la policía. ¿De verdad cree que alguien puede ilusionarse con eso?

Y el primer objetivo de la solidaridad no puede ser el cambio climático

Para un país que evangelizó América, que detuvo la reforma protestante en Flandes, y la reforma llegó hasta donde llegaron nuestros tercios, que cercenó en Lepanto la islamización del Mediterráneo, o que detuvo en el sur, tras batallar durante 700 años por su naturaleza cristiana, para un país que pagó con sangre, en una guerra fratricida (1936-1939), lo que amenazaba con ser la primera dictadura del proletariado en el sur de Europa, encrucijada de civilizaciones…

No hay cosa más cursi que el laicismo de hoy: se trataba de un mensaje… de Navidad

Con todo respeto, Señor, proponer como gran objetivo nacional un consenso para convivir, es decir, para no rompernos la crisma, parece muy poca cosa para España y para los españoles. Nadie se va a ilusionar por eso.

Y luego, Majestad, no sea usted tan laico. Corre el riesgo de acabar en laicismo. Y no hay cosa más cursi que el laicismo de hoy. No olvide que se trataba de un Mensaje… de Navidad.