- Garoña sólo ha sido el prólogo del choque de dos posiciones encontradas: Iberdrola y el ministro de Energía.
- Nadal se agarra al argumento de la seguridad del suministro para que el Gobierno decida sobre el cierre de plantas.
- A partir de ahí, la propuesta de Iberdrola es clara: una prórroga suficiente y a partir de 2030, cerrar y desmantelar.
- Naturalmente, Galán exige, además, reducción de impuestos para hacer rentables las nucleares en el periodo de transición.
- Ofrece el modelo de la central nuclear de Ginna (Nueva York): sigue, por razones de suministro, pero con ayudas.
El anunciado cierre por
Iberdrola de las centrales térmicas de carbón de
Lada (Asturias) y
Velilla (Palencia) ha sido la excusa
perfecta que ha encontrado el ministro de Energía,
Álvaro Nadal, para lanzarse, de nuevo, sobre Iberdrola, y dejar claro cuál es la postura del Gobierno sobre el cierre de las centrales eléctricas.
Eso nada, monada, ha venido a decir Nadal (
en la imagen, a la derecha), porque
la llave la tiene el Gobierno, no las empresas. Por ahí va el real decreto que prepara, que deberá tener el visto bueno de Competencia (CNMV) y el
Consejo de Estado.
El presidente de Iberdrola,
Ignacio Sánchez Galán (
en la imagen, a la izquierda), va más allá del carbón, sin embargo, y ha propuesto a Nadal un plan de cierre de las
centrales nucleares con una prórroga de diez años, lo que situaría el cierre de la última central, la de
Trillo, en 2034. Galán tiene en cuenta tanto las razones de queja del ministro como una realidad: que el
negocio nuclear, con las reglas actuales,
no es rentable.
Los argumentos del ministro también son claros: no se puede proceder al cierre de plantas que pongan en cuestión la seguridad del
suministro -y sin que se
desmelenen los precios, además- y han de ser compatibles, en paralelo, con el cumplimiento de los
objetivos medioambientales pactados en Bruselas.
Obviamente, cada uno mira por su lado. Está claro que Nadal teme muchos más cierres de plantas, como ha señalado este mismo martes; no sólo en el
carbón, también
nucleares -el prólogo ha sido
Garoña- y de
ciclo combinado. Por eso insiste en lo suyo: la
política energética, con
mix (sistema de reparto) a todas las bandas. Y las eléctricas, por su lado, miran a las cuentas de resultados (rentabilidad).
Galán ha lanzado su propuesta a Nadal, con el mismo adjetivo que éste utiliza para calificar ese cierre, "
ordenado". Considera que una prórroga de 10 años de las nucleares es suficiente, y compatible, además, con los objetivos medioambientes para 2030 (reducción en un 40% de los gases contaminantes, el doble que en la
meta 20/20), que recogerá la nueva
ley de transición energética y cambio climático.
Con esa propuesta, la eléctrica ofrece el mismo modelo seguido con la
central nuclear de Ginna (Nueva York), que el propietario,
RGS Energy Group, quiso cerrar -las inversiones de mejora eran demasiado elevadas-, pero el Estado de Nueva York se negó por las mismas razones que Nadal: la seguridad del suministro. Ginna no dejó de funcionar, pero se compensó a RGS Energy Group
con las ayudas de Estado. Acuerdo cerrado.
Obviamente,
lo que Galán está pidiendo es compensaciones, sobre todo después de la negativa insistente de Nadal, tanto a Iberdrola como a
Gas Natural Fenosa y
Endesa, de que se
olviden de una rebaja de impuestos en el negocio nuclear. El único modo de que así sea, a juicio de Iberdrola, es una rebaja fiscal durante el
periodo de transición. De lo contrario, las nucleares serán
una ruina.
La propuesta deja al margen, por tanto, la potencial vida útil de las centrales, con un hipotético epicentro para el
apagón nuclear -del mismo modo que Alemania, por ejemplo- y con un calendario
extra para operar.
Recuerden que Nadal dio, en mayo, un
plazo de dos años las eléctricas para que decidan el futuro de sus centrales.
Fue
in extremis, como quien dice, porque en junio terminaba el plazo para que lo solicita el permiso la central de
Almaraz (Cáceres), sobre la que tenían que decidir sus tres propietarios (Iberdrola, Endesa y Gas Natural), y dos meses después (26 de julio) la siguiente en la lista, la central de
Vandellós (Tarragona).
Del inicio de esos trámites, como casen, depende el arreglo de los
permisos posteriores para que las centrales puedan alargar la
vida útil más allá de los 40 años, pero no será por más de diez años si Nadal acepta la propuesta de Galán. Y en la década, 2030, cierre y desmantelamiento de todas. Naturalmente, la negociación va ser larga, pero
a la izquierda, antinuclear como ahora Iberdrola, el encantará, aunque por otras razones.
Los permisos para
Almaraz y Vandellós vencen en 2020. El del resto de centrales, entre 2021 y 2024.
Ascó y
Cofrentes, en 2021, y
Trillo, en 2014. Ésta sería la última en cerrar, en 2034.
Rafael Esparza