El pastelero de Colorado: hoy, la batalla por la libertad se llama objeción de conciencia
El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha dado la razón a Jack Phillips, el pastelero de Colorado, que se negó a elaborar una tarta para una boda homosexual. Jack Phillips alegó que era cristiano y no creía en el gaymonio y que, por lo tanto, debían acudir a otra pastelería.
Nunca desconfío de la gente que, por ser coherente, pierde una oportunidad de ganar dinero. Por ejemplo, el pastelero pierde la oportunidad de vender una tarta de bodas.
Vamos que Jack estaba defendiendo su derecho a la objeción de conciencia, además de su derecho admitir en su establecimiento a quien le venga en gana. Derecho de admisión especialmente lógico en quien no realiza un servicio público ni un servicio imprescindible. Es decir, por el momento todos podemos sobrevivir sin pasteles. Y no digamos nada sin comprar en una pastelería concreta.
Lógico, porque el Nuevo Orden Mundial lo que pretende es anular la conciencia individual
Pero el Nuevo Orden Mundial (NOM) que, para entendernos, podríamos denominar lo políticamente correcto, está empeñado en violentar la objeción de conciencia. Porque de esta manera te cargas la conciencia y te cargas la libertad del hombre. O, al menos, la pones a prueba de forma injusta. Sin coherencia, que es la plasmación externa de la conciencia.
Procedimientos parajudiciales: siempre hay un observatorio o una comisión cívica para condenar al coherente
Pero, naturalmente, se trataba de fastidiar: le denunciaron y los tribunales del Estado de Colorado le condenaron. Bueno, aquí hay que hacer una precisión: la denuncia nace de organizaciones parajudiciales, una de las modas progres y más peligrosas. La tal comisión denuncia al pobre Jack por ser coherente, porque ya saben ustedes que ahora lo que mola es el pluralismo interno, antiguamente conocida o como esquizofrenia.
Ahora no se lleva la coherencia, sino el pluralismo interno, antiguamente conocido como esquizofrenia
Hombre, el Tribunal Supremo de USA no ha entrado en el fondo de la cuestión: que a un hombre no se le puede obligar a participar en algo que atenta contra su conciencia. Pero al menos, ha paralizado el aparato parajudicial y administrativo de persecución de los disidentes. Ejemplo, en España también contamos con un pastelero: el restaurante La Favorita que se negó a celebrar el banquete de una boda gay. El señor Alberto Gallardón, alcalde de Madrid, del PP progre, se empeñó en sancionar al local. Eran los tiempos en que Gallardón andaba como loco por casar a gays en el Ayuntamiento.
Es la batalla del momento. La batalla por el ejercicio de la objeción de conciencia. La libertad el mundo está en juego.