- El primer banco germano registra pérdidas récord en el tercer trimestre (6.024 millones) por los provisiones por multas.
- Los frentes del drama: el despido de 35.000 empleados, supresión del dividendo dos años y toque de retirada de diez países.
- El reto del nuevo Ceo, John Cryan, es que el banco vuelva a ser "integro y fiable", pero con "decisiones duras".
El
Deutsche Bank ha confirmado este jueves sus pésimos resultados en el tercer trimestre. Ha perdido 6.024 millones, cifra que más o menos había adelantado a principios de mes su consejero delegado, el británico
John Cryan. Y a partir de ahí las medidas de siempre ("decisiones duras", ha dicho Cryan): un recorte de 35.000 empleos en dos años, gigantesco ahorro de costes y la obligada salida de varios países.
La reacción en bolsa ha sido contundente. El valor se desploma un 6%, en lo que ha influido también en anuncio de que no habrá dividendo ni este año ni en 2016.
Es un
palo en toda regla que amedrenta al primer banco alemán, del mismo modo que ha ocurrido con el fabricante
Volkswagen tras el escándalo de sus motores tramposos en las emisiones gases.
El fondo es el mismo: el fraude o las multas que siguen al fraude. Y con ello, queda en cuestión el propio
made in Germany, en una dinámica perversa: el país pasa de modelo ético empresarial a piedra de escándalo. Ya les hemos contado que Volkswagen, Deutsche Bank, Siemens y Bayer son las
empresas alemanas más tramposas y que más mienten.
Por eso, mirar los resultados del primer banco alemán es, sobre todo, un ejercicio de
paciencia para no estallar contra las
prácticas bancarias irregulares, tan inherentes en la banca especulativa. Es el modelo de negocio en el que está el Deutsche.
Sólo dos referencias para entenderlo. La diferencia con el resultado del mismo trimestre de 2014 es bestial: las pérdidas, entonces, fueron de
sólo 92 millones y el balance anual hasta entonces era un beneficio de 1.250 millones. ¿Por qué pierde tanto ahora? Por la dinámica perversa en la que se ha metido:
provisiones para pagar multas.
¿Qué alternativa queda?: reducir activos, el
fácil recurso a los despidos y seleccionar mejor los países donde trabaja, descartando los que no compensan por el resultado que aportan. Y en medio de ese panorama, confirma la supresión de dividendos, algo que no había pasado desde los años 50. El recorte de costes será de 3.800 millones.
Es lo que está intentando poner en marcha John Cryan. Lleva apenas cuatro meses
poniendo orden en el banco tramposo, tras la renuncia de los dos copresidentes
Anshu Jain y
Jürgen Fitschen, y su objetivo es doble: sanear y afrontar una profunda reforma interna para devolver la confianza. O sea, para que el banco vuelva a ser "integro y fiable".
Vamos por partes: resultados y recortes.
El mal balance de lo primero, lo ha reconocido el propio Cryan: ha sido "altamente decepcionante", con pérdidas récord. Los ingresos caen un 11,5%, hasta 26.883 millones de euros y la cifra de negocio neta, un 6,8%, hasta 7.330 millones.
Consecuencias. La primera, el recorte de 9.000 empleos a tiempo completo, fundamentalmente en Alemania (4.000), donde cerrará 200 sucursales. Ese ajuste se completa con otros despidos: 6.000 contratistas externos y otros 20.000 dentro de la venta de activos.
Y es que con el modelo del Deutsche, orientando a la
banca de inversión -o a la
banca en la sombra, como prefieran, la de los fondos-, y no a la doméstica y de servicios, la red física de sucursales importa cada vez menos. Con esa fórmula, sobra el 90% de la plantilla, como quien dice. Cryan, sin embargo, no ha dado muchos detalles del reparto geográfico del ajuste o de las divisiones de negocio afectadas.
La segunda consecuencia: menor presencia internacional porque el banco no la puede sostener. Se retira de diez países: Argentina, Chile, México, Perú, Uruguay, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Malta y Nueva Zelanda. Además, reducirá el número de filiales en Alemania, su principal mercado.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com