Las últimas cifras de paro registrado correspondientes al mes de julio, así como la última EPA, demuestran que la chulería de la ministra Magdalena Valerio, exigiendo al Banco de España que pidiera perdón por afirmar que la subida del salario mínimo provocaría paro, confirmaba el viejo adagio de que la ignorancia es atrevida.

Aclaremos las cosas: subir el salario mínimo de 754 uros a 900 (casi un 23%), ojo, hablamos en términos absolutos, no fue un error: fue un gran acierto de Podemos y del PSOE. Y aún debía haber subido más.

Lo que fue un error mayúsculo es el destope de cotizaciones, que, en este punto, significa que también se subieron las cuotas sociales que paga el empresario por el trabajador SMI, los impuestos laborales adjuntos, otro 23%. Y esto, porque si a un empleador -por ejemplo, un matrimonio joven con hijos que necesita contratar a una chica que les cuide a sus hijos mientras ellos trabajan- le exigen 150 euros de salario neto al mes para pagar a su empleado, lo hace, pero sí encima le suben hasta 250 euros la cuota a la la Seguridad Social, lo normal es que prescinda de esa persona o que… caiga en la tentación de pasarle a la economía sumergida, incluso subiéndole el salario mínimo.

En efecto, la creación de empleo empieza a resentirse ver último paro registrado y última EPA- y la economía en general… también. El empresario, sobre todo el pequeño empresario, que juega con márgenes ajustadísimos, prefiere reducir negocio a contratar trabajadores, porque sabe que contratar en España es casarte con el contratado. Peor: es más fácil divorciarse del cónyuge que despedir a un trabajador. Y también sabe que los ingresos fluctúan más deprisa que los gastos.

Y con ministras tan sectarias como Magdalena Valerio, es de temer que el desempleo crezca… entre los trabajadores peor formados

Y con ministras tan sectarias como Magdalena Valerio, es de temer que el desempleo crezca… entre los trabajadores menos formados.

La reforma laboral del PP no se pasó: se quedó corta. Socialistas y podemitas parten de la curiosa idea de que el empresario es un tipo malvado que disfruta despidiendo trabajadores. Lo cierto es que contrata cuando necesita trabajadores y despide cuando se reducen los ingresos, que es de lo que depende toda empresa.

Por eso, la receta para el pleno empleo es justo la contraria del Gobierno Pedro Sánchez. Despido libre, impuestos bajos, salarios dignos… y un sólo contrato laboral… indefinido. Esto último porque la famosa temporalidad es una cuestión más psicológica que real, Si el despido es libre, un solo contrato indefinido es igual a uno temporal porque cada cual en uno y en otro, tendrá que demostrar que aporta lo que cobra lo que vale.

Despido libre porque es de justicia. ¿O es que acaso uno no puede hacer lo que quiera con sus bienes? Insistimos, el empresario ni contrata porque sí, ni despide porque sí. Una indemnización pactada de antemano para evitar el despido de trabajadores con muchos años de trabajo se impone por sí sola. Por ejemplo los 20 días de salario por año trabajado.

La reforma laboral del PP no se pasó: se quedó corta

Y, por supuesto, salarios dignos. Por una jornada semanal de 40 horas el salario mínimo de 900 euros me sabe a poco. Incluso puede pensarse en subirlo hasta los 1.200 (en Francia 1.400)… siempre que las cuotas sociales se congelen. ¿Y con que las puede sustituir una sociedad envejecida como la española con un sistema de pensiones quebrados? Pues con el IVA.

Que el cambio al nuevo sistema puede resultar duro. Pues sí, pero es el único sistema que posibilitaría el pleno empleo. Es el sistema, por cierto, vigente en Estados Unidos, con una tasa de paro del 3,7%. Aquí estamos en el 14%.