Celaá, María Jesús Montero e Irene Montero
Consejo de Ministros del martes 3 de marzo. Se han aprobado dos leyes progres y especialmente puñeteras: una ley educativa contra los padres católicos y otra feminista contra los varones, que podríamos titular la ley de la venganza feminista.
El proyecto de Ley de Educación de Isabel Celaá tiene un solo objetivo: cargarse la educación concertada hasta llegar a una sola escuela: la publica… y de adoctrinamiento progre.
Y es que según la ministra Celaá -quien, naturalmente, no tiene nada contra la enseñanza católica- sólo la escuela pública puede asegurar la igualdad. Naturalmente, ni se menciona el cheque escolar, pero el objetivo real del gobierno va mucho más allá: consiste en cargarse la educación privada y, por tanto, la enseñanza católica. Para ello se utilizan trucos como los de negar el concepto de 'demanda social' para conceder un colegio concertado. En plata, que si muchos padres solicitan un colegio concertado en una determinada zona, la autoridad puede concederlo o denegarlo, según le apetezca.
Y, por supuesto, en la enseñanza pública se adoctrinará a los niños en la ideología de género y en otras asignaturas progres como la de valores cívicos.
El objetivo de la ley sobre agresiones sexuales entroniza el “Sí es sí” O sea el sexo ante notario… y el arma idónea para falsas acusaciones
Vamos a Irene Montero y su ley sobre agresiones sexuales. El objetivo de la ley sobre agresiones sexuales entroniza el “Sí es sí” O sea el sexo ante notario… y es el arma ideónea para falsas acusaciones. Me explico: cuando alguien mantiene relaciones sexuales, no explicita ningún sí. El consentimiento lo da el contexto. Y así ha sido desde que se inventó el sexo. De hecho, la norma anterior, que a doña Irene le parece de lo más machista, protegía mucho más a la mujer, en tanto en cuanto, graduaba el ultraje sexual según la intimidación o la violencia ejercida sobre la víctima.
Porque, donde no hay violencia ni intimidación se presupone el consentimiento. Pero, miren ustedes por dónde, con la feminista Irene, no. Entonces, ¿para qué sirve toda esta fanfarria que la muy modesta doña Irene califica de histórica? Pues para eso que están ustedes pensando, para que cualquier desaprensiva con ansias de venganza denuncie con falsedad al varón con el que haya mantenido algún refocile.