- Nadie entiende la inversión en un país geoestratégicamente inestable y regido por un islamista, Erdogan.
- Pero FG se obceca: aumentó su participación en Garanti, que no gusta mercado, y ahora puja por un banco de 3.400 millones.
- Es la apuesta internacional, tras el pinchado en China o Portugal y su estancamiento en EEUU.
En las oficinas del
BBVA en Madrid son muy conscientes de que la obsesión de su presidente,
Francisco González (
en la imagen), por
Turquía les puede dar más de un disgusto. No es precisamente un país geoestratégicamente estable. Pero nada más ajeno en eso que
FG: su empecinamiento no acaba con su participada
Turkiye Garanti Bankasi, en la que tiene un 39,9%, sino que va a más. Puja ahora también para adquirir
Finansbank, filial del
National Bank of Greece (NGB).
La operación es importante. Está valorada en 3.400 millones, un 40% del español Popular, para hacerse una idea, pero también están interesados
Qatar National Bank y la entidad china
Fibanka Sea. El NGB lo ha puesto en venta porque necesita dinero para devolver la aportación del Fondo Helénico de Estabilidad Financiera.
Pero es que Turquía, qué le vamos a hacer, es la apuesta internacional de FG. Y llega después de haber fracasado en el
imposible mercado chino o el
reflujo en Portugal. Tampoco le van muy bien las cosas en EEUU. Menos mal que funciona bien México, pero la decisión de entrar en ese país no fue de FG sino de
Emilio Ybarra.
La aventura de BBVA en Turquía comenzó en 2010, cuando compró el 25% del Garanti por 4.200 millones y aumentó su participación, en julio, un 15% este año por 1.854 millones, con el consiguiente impacto en la cuenta de resultados.
Pero no es ese el único problema. El principal viene de su exposición en un país gobernado por un islamista,
Recep Tayip Erdogan, que ha puesto en jaque a la comunidad internacional por sus implicaciones u omisiones en los conflictos sirio e iraquí.
Erdogan perdió el control de la Cámara y tras unas elecciones anticipadas, en noviembre, su formación, el Partido para la Justicia y Desarrollo, recuperó la mayoría absoluta para su principal empeño: la islamización del país.
No es, por tanto, es un país para inversiones seguras, como quien dice. Fue una de las razones por las que puso pies en polvorosa el
HSBC, nada ejemplar, dicho sea de paso, por sus irregularidades prácticas bancarias.
Cualquier inversión empresarial en ese país está expuesta a un riesgo inusual, por elevado. Lo estaba
antes y lo está más ahora, después de los últimos pasos dados por Erdogan. Esté en guerra, desde este veranos, contra los kurdos, y esa estrategia provocado, por en ende, el debilitamiento de los
peshmergas , los únicos que combaten por tierra al
Estado Islámico.
La política de Erdogan en el ajedrez de Oriente Medio ha molestado a los occidentales (EEUU y Alemania retiraron sus misiles
Patriot) y enrabieta también a Rusia, sobre todo después del derivo de un caza que participaba en la ofensiva en Siria.
Putin es, estos momentos, el único que está enviado mensajes plausibles sobre la financiación del Estado Islámico, a través del petróleo, con la complicidad turca.
Y respecto a las relaciones con Europa, Erdogan ha conseguido una ayuda de la UE de 3.000 millones para contener la
presión migratoria y a cambio de una negociaciones de adhesión que no se las cree nadie. El primero, él. Europa y sus valores están está en el extremo opuesto de lo que pretende Erdogan.
No es ocioso recordar que cuando el BBVA anunció que aumentaba su participación en Garanti, JP Morgan decidió reducir su participación en la entidad del 3,7% al 1,9%, y eso que FG puso al frente de Garanti a un hombre de su confianza,
Manuel Galatas.
En suma, que la apuesta internacional de FG por Turquía podría estallarle en cualquier momento.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com