Calviño, Montero y Valerio, las caras económicas del Gabinete Sánchez
El PIB español terminará el año con un crecimiento del 1,9%. Por vez primera en cuatro años baja del 2%.
El IPC termina el ejercicio en un 0,8%. Es decir, aún menos que en 2018, cuando terminó en el 1,2%.
Se estancan las exportaciones, que es la clave, a lo mejor la principal, de la economía española.
No se vende una vivienda pero no dejan de subir los precios.
Todos los indicadores de la economía española muestran que seguimos bien pero mes a mes vamos a peor.
Sería el momento, con una inflación bajo mínimos de pensar en subir el IVA, el menos nocivo de todos los impuestos, y reducir el resto, que son los impuestos que graba el empleo: cuotas e IRPF.
Sería el momento, aún en ciclo alto, de no grabar la propiedad (IBI, herencias, donaciones, patrimonio propiamente dicho) sino las rentas y el beneficio: es justo lo contrario de lo que van a hacer Sánchez e Iglesias.
También sería el momento de dejar de pagar pensiones con deuda pública. Hay que retrasar la edad de jubilación y favorecer la natalidad. Justo lo contrario de lo que van a hacer Sánchez e Iglesias.
Por último, sería una buen momento para liberalizar el mercado de trabajo según tres pautas: despido libre, impuestos laborales bajos y salarios dignos… justo lo contrario (salvo el Salario Mínimo, hay que reconocerlo) que piensan a hacer Pablo Iglesias y Pedro Sánchez.
Tiempo de rojos, hambre y piojos. 2019 ha sido un año perdido desde el punto de vista económico. A Sánchez se le está poniendo cara de ZP.