Traslación a la gran pantalla de una novela de Lucía Etxebarria titulada El contenido del silencio, que denuncia el peligroso fenómeno de las sectas. La primera imagen resulta impactante porque muestra el suicidio colectivo de más de una decena de jóvenes tirándose por un acantilado de una de las islas Canarias. Será entonces cuando un famoso abogado de Bilbao, Gabriel, recibe la noticia de que su hermana puede ser una de las víctimas, al haber sido denunciada su desaparición por su mejor amiga. Desplazado al lugar, y en unas pesquisas en paralelo con la policía, empezará a investigar qué pasos siguió su hermana para formar parte de esa oscura organización. La cineasta Helena Taberna ha precisado que le interesó filmar esta historia porque, en Canarias, se registra el mayor número de sectas de toda España, de hecho se inspiró en unos sucesos auténticos acaecidos en los años 90. De tal forma que, con esta película, la directora navarra realmente no cambia su trayectoria y sigue en su línea de denunciar situaciones en las que las personas son captadas, y manejadas, por otros. Hace años lo plasmó en Yoyes, que narraba la historia de esa integrante de ETA asesinada por sus propios compañeros porque pretendía desligarse de la banda terrorista, mientras que esta propuesta cinematográfica ahonda, sobre todo, en qué ocurre a los individuos cuando son sometidos y  pierden su libertad. A priori, la novela y la película resultan interesantes desde el punto de vista de que intentan hacer una aproximación sobre el funcionamiento de las sectas, cuyas principales víctimas suelen ser  jóvenes con poca personalidad  y,  muchas veces, sin firmes vínculos familiares que les hacen más vulnerables. El problema de este largometraje es que, además de esa trama central, se abordan o se tocan de refilón  demasiados asuntos en los que no se profundiza demasiado. Todo ello produce la sensación de encontrarnos ante un batiburrillo. Y aclaramos más: trata desde ramificaciones conspiratorias sobre el verdadero objetivo de los cabecillas de esa secta hasta sórdidos temas sexuales, algunos apuntados y otros explícitamente mostrados. Se aprecian en Acantilado buenas intenciones de fondo para sacar a la luz un fenómeno  preocupante, que sucede en el mundo actual, pero esta película se detiene en detalles sin relevancia que despistan y no avanzan correctamente. Para: Los que les interese el tema de las sectas y sus consecuencias Juana Samanes