Sí ya se que lo que diga el Colegio Electoral USA no es definitivo, pero lo cierto es que, con fraude, que creo que sí lo ha habido, o sin él, Joe Biden se aproxima más a la Casa Blanca.

Así, tras una legislatura Trump, que ha detenido el avance del Nuevo Orden Mundial (NOM), un católico abortero llega a la Casa Blanca. La blasfemia contra el Espíritu alcanza la cima del poder.

Sí, es lo mismo. La blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en una suprema inversión de valores: lo bueno pasa a ser malo y lo malo bueno. Recuerden, en el evangelio la blasfemia contra el Espíritu Santo es una expresión de Jesucristo cuando los fariseos le acusaban de expulsar demonios gracias al poder del príncipe de los demonios. Es decir, llamar dios al diablo y diablo a Dios.

¿El aborto es blasfemia contra el Espíritu Santo? No, el aborto es un homicidio. Lo que sí es blasfemia contra el Espíritu Santo es hablar del “derecho al aborto”: ¿qué una mujer mate a su propio hijo en su propio seno puede ser un derecho? Según Joe Biden, y el NOM, lo es.

Un ejemplo, sí, pero se podrían poner otros muchos de esta conversión de lo malo en bueno y de lo bueno en malo, de la verdad en mentira y de la mentira en verdad. Y hasta de lo hermoso en horrendo y el feísmo como expresión artística. Pero hay muchos más.

Pues eso, para el NOM, lo más deseable es un católico abortero en la Casa Blanca: el aborto, el crimen contra el ser más inocente y más indefenso, se convierte en un derecho, noble palabra.

Además, el somnoliento Joe, ahora el tísico Joe, no es sino una marioneta senil, que, eso sí, inaugura la era de la gobernanza global del Nuevo Orden Mundial (NOM): un gobierno mundial un poder global, una religión universal. Y el objetivo, tampoco lo olvidemos, es aniquilar el Cristianismo no las religiones, sino al cristianismo, propiamente dicho. Y la Iglesia debe prepararse para la batalla.