Como recordaba, bien recordado, el ABC, la medida más liberticida de Pedro Sánchez no es el intento de controlar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sino, dentro de la Reforma del Enjuiciamiento Criminal otorgar la instrucción de sumarios al fiscal. Solo que el presidente del PP, Pablo Casado, cada día más políticamente correcto, no se entera.

En resumen, el juez, que hasta ahora dirige la instrucción y el fiscal colabora con él, queda fuera... y no olvidemos que el juez en teoría defiende al ciudadano, las más de las veces frente al Estado, mientras la fiscalía es la representante del Estado

Y es cierto lo que dice el ABC. En la práctica, con esta reforma, el ministro Juan Carlos Campo, uno de nuestros peores ciudadanos, otorga a la fiscal general del Estado, Dolores Delgado (no le hemos puesto nosotros el sobrenombre de Juana la Loca, es que como se le conoce entre los fiscales), la mujer que llamó "maricón" al que luego sería minsitro del Interior, Grande Marlaska, el poder, por ejemplo, de secuestrar publicaciones y censurar a los medios informativos. Pero también otros muchos.

En materia de moral, preguntad al pueblo

En definitiva, no es grave, es gravísimo, el poder que el gobierno Sánchez pretende otorgar a los fiscales.  

En cualquier caso, en materia de moral, y lo que importa en toda administración de Justicia es la moral, ya saben lo que recomendaba Chesterton: "en materia de moral, preguntad al pueblo". No sé porque algunos le tienen tanto miedo al jurado popular. Yo a quien más temo a los jueces, prisioneros hoy día del legalismo y ajenos a la justicia primaria que siempre posee un juzgado y, aún más, que a los jueces, a los fiscales.