Entre los que se oponen a la exhumación de Franco, 9 de cada 10 no son franquistas: son católicos, a los que no les gusta que se profane una basílica católica y luego hay otro grupo de gente sensata, que teme la resurrección del guerracivilismo. 


Salvo la progresía, ligeramente fanatizada, nadie puede pretender que en España exista una quinta columna de fascistoides dispuestos a reimplantar el Franquismo.
Entre el grupo de católicos los hay, y entre ellos me encuentro, los que, sin ser franquistas, agradecemos a Franco que, con su golpe de Estado, detuviera la mayor matanza de católicos del siglo XX, a cargo del democrático régimen de la II República.
Dentro de este 90% (creo que me quedo corto) de los opositores a la exhumación de Franco existe un segundo grupo -tampoco son franquistas- partidario de no reabrir heridas de la Guerra Civil. Son los españoles sensatos, que no acaban de comprender la "victoria" que, según Pedro Sánchez, representa sacar de su tumba para trasladarla a otra, un cadáver de hace 44 años.
Y el resto, el 10%, que me parece muchísimo, sí, deben ser los nostálgicos del régimen franquista. Curiosamente, al Valle de los Caídos y a Mingorrubio, al menos a estas horas de la mañana, cuando ya ha comenzado la exhumación, resulta que no ha acudido ni el 10%... ni el 0,0001% de los españoles.
No obstante, en RTVE, los de la memoria histórica se mostraron muy preocupados: puede haber atentados fascistas. Tomémoslo con buen humor.