Resultará duro pero era cierto: el titular de la portada del domingo del diario El Mundo del pasado domingo 7 daba en el clavo. “Un año: 100.000 muertos y 5 millones de parados”. Con esas cifras, cualquier presidente con un mínimo de vergüenza hubiera presentado su dimisión irrevocable, pero si algo caracteriza a Pedro Sánchez es su cara de cemento armado, su gusto por la impunidad, su impudicia argumental y su egolatría.

Y encima, en este escenario, tiene uno que aguantar la pelmada feminista del 8-M, un instrumento de cretinización del sexo femenino (bueno, y también del sexo masculino-feministo) que, cuando menos, ha producido un primer efecto nocivo: el de tantas mujeres que han perdido el sentido del ridículo. Y esto es grave.

El feminismo ha conseguido que ahora todos interpretemos la acogida como mezquindad, el servicio como sumisión y la lealtad como debilidad

Vamos con los principios primeros: el feminismo es machismo con faldas. El único logo del feminismo es la aceptación social del aborto. Que matar al ser más inocente y más indefenso, que la madre acabe con su propio hijo en sus propias entrañas, sea un derecho, es el mejor ejemplo, sin duda alguna, de la perversión a la que hemos llegado en este siglo XXI.

El segundo logro del feminismo ha sido la neutralización de lo que San Juan Pablo II llamaba el genio femenino. La mujer tiene una capacidad de acogida, una actitud de servicio y una perseverancia de la que carecen los varones. Pues bien el feminismo ha conseguido que ahora todos interpretemos la acogida como mezquindad, el servicio como sumisión y la lealtad como debilidad.

Y lo más grave aunque no lo más evidente: el feminismo constituye el camino más corto para perder el sentido del ridículo.

El feminismo constituye el camino más corto para perder el sentido del ridículo

Veamos: la mujer no necesita ayuda ni muletas para mostrar su talento. Lo tiene y lo expresa. El término más querido para descerebradas como la ministra de Igualdad, Irene Montero, es el de “visibilizar” a la mujer. Naturalmente, visibilidad no es otra cosa que vanidad, precisamente lo único que puede desparramar el genio femenino.

La feminidad es algo demasiado grande como para necesitar muletas. Por eso, precisamente, el feminismo ha hecho tanto daño a la mujer y a su imagen. Y su efecto ante el varón reparte al sexo y género –que es lo mismo- masculino en dos:

1.Aquellos que dicen que si esto es una guerra de sexos, habrá que luchar y que gane el mejor.

2.Aquellos otros que se burlan del feminismo y que sitúa a la mujer allí donde todo machista desea: como mero objeto que no exige del varón compromiso alguno, especialmente con la descendencia y con la educación de esa descendencia. ¿No es genial?

Y no sé si se lo he dicho pero Pedro Sánchez es feministo.

Así que, ¿en qué consiste el feminismo? En abortar y en neutralizar el genio femenino. En ambos fenómenos pierde la mujer.