• Pero se trata de un mal teatro.
  • A las salas de cine se va a ver películas; las series se ven en el ordenador.
  • Al final, el teatro ha resultado, junto a la poesía, el instrumento cultural más influyente de la historia.
  • Pero las teleseries de hoy, por lo general, son una castaña.
  • Su maldad es morbosa y su bondad aburrida.
Las plataformas de pago se alimentan de series y están venciendo al cine. Los estudios de Hollywood lo saben y los analistas bursátiles también, la nueva generación ya no ve la tele. Por contra, los muy jetas se dedican a piratear series por los distintos portales. Las teleseries son el nuevo teatro: pocos escenarios, diálogos más conceptuales, etc. El cine es lo que se ve en las grandes salas mientras las series se ven en el ordenador, un artículo propio de solitarios. Pero esas tendencias están modificando el mercado del ocio. En cualquier caso, se trata de modelos de vida, no de cotizaciones bursátiles. Así que a toda esta aplastante victoria del teatro sobre el cine, de las series sobre las películas hay que añadir este pero: para ser teatro, las teleseries de hoy, por lo general, son una castaña. Su maldad es morbosa y su bondad aburrida. La resurrección del teatro en forma de teleseries debería provocar alguna reflexión en Hollywood. Esto debería hacer pensar a Hollywood. A Wall Street no. A los analistas no les preocupa la calidad del producto sino sus ingresos. Sí, al final, el teatro ha resultado, junto a la poesía, el instrumento cultural más influyente de la historia. Pero no éste. Eulogio López eulogio@hispanidad.com