“Hoy ha quedado claro quién es el culpable de la corrupción en el PP”. El líder de Podemos, el neocomunista Pablo Iglesias, nunca había acudido a la Comisión de Investigación de la financiación del Partido Popular, una especie de Inquisición de todo el parlamento sobre un solo partido. Comisión hipócrita porque aquí no es que se haya puesto alto el listón de exigencias: lo que se ha puesto alto es el listón de la hipocresía, definida por antiguo refrán: dime de qué presumes y te diré qué adoleces. Pero esta vez sí, esta vez sí acudió para montar el numerito.

Claro que era un numerito cursi y falso. Sus preguntas a Aznar ni tan siquiera esperaban respuesta: se trataba de dictaminar, como a él le mola, como un vendedor de moda, usando palabras tan marmóreas como vacías, el mensaje publicitario: hoy se ha demostrado que usted es el culpable de la corrupción. La verdad es que no se había demostrado nada, pero eso, ¿a quién le importa? A don Pablo, nada, por supuesto.

¿Corrupción política en España? Dime de qué presumes y te diré de qué adoleces

Y Aznar le respondió bien: le dijo que era un peligro para la libertad. Es curioso: últimamente se oye hablar poco de libertad en España en general y en el Congreso en particular. Solo se habla de derechos. Y de derecho a la subvención pública, naturalmente. No, por ejemplo, de derecho a la vida. 

Cada uno se mostró como lo que es: Iglesias como un hortera de bolera. Aznar como un vanidoso recalcitrante; Pablo Iglesias como un comunista cursi. Pero luego Aznar lo estropeó, llevado de su vanidad infinita, en dos puntos: primero cuando utilizó a un poeta –ripioso perverso- para asegurar que no se arrepentía de nada. ‘Mira vos’: el justo es el que se arrepiente de continuo de tantos errores y de tantos horrores como comete. En segundo lugar, Aznar se mostró como el inconmensurable vanidoso que es, con el cachetito que propinó en la mejilla del nuevo líder del Partido Popular, Pablo Casado, a quien, con un gesto tan estúpido, tan obamiano, desautorizaba delante de propios y extraños. José María: no te comportes como un idiota.

Los inquisidores acertaban en el fondo y fallaban en la forma. Los regeneradores de la política mienten en fondo y forma

Ahora bien, si algo bueno tiene Aznar es que no se acompleja frente a los tópicos de la progresía. Porque el espectáculo de esta Comisión, como todo lo referido a la corrupción en España es una sublime hipocresía: por parte de los corruptos, que los hay, y por parte de los perseguidores de la corrupción, que aún me parecen peores. No son inquisidores, porque los inquisidores acertaban en el fondo y fallaban en la forma: estos mienten en forma y fondo.

En cuanto al diputado Rufián… lo que su nombre indica.