Laurentino Ceña y José Ángel González, vice-capos de la Guardia Civil y la Policía Nacional compiten cada día, en la rueda de prensa del Comité anti-Covid por demostrar quién es el ‘seis pesetas’ el más que duro, con los españoles insumisos que no obedecen las instrucciones de la superioridad. Exhiben el número detenciones y nos amenazan con singular brío mientras se lanzan sonrojantes autoalabanzas.

Pueden hacerlo, saben que se dirigen a una sociedad amedrentada por el miedo a la muerte y engolosinada con el triste síndrome de Estocolmo que padece desde la explosión de la pandemia.

El coronavirus está forjando en España un Estado policial y una sociedad de delatores, de chivatos.

Ceña y González compiten por presentar un número más alto de denuncias, al tiempo que se lanzan como fieras contra los bulos por internet. Por cierto, dentro del capítulo bulos ambos policías insertan también la labor de los piratas informáticos que intentan destruir sistemas gubernamentales o empresariales ¿Qué tendrá que ver lo uno con lo otro?

Seguimos sin saber si el Covid fue una creación de laboratorio, algo que se le fue de la mano al Gobierno chino o un accidente natural. Estamos muy ocupados incordiando a Juan español

Además, sabemos que la lucha contra las ‘fake news’ no esconde sino un intento de censura desde el poder a una Red Internet que, sencillamente, no logran controlar porque son muchos los participantes.

Y a todo esto, ni el Ejército con Miguel Ángel Villarroya, el Jemad, ni la policía Nacional ni la Guardia Civil,  han sabido responder a las preguntas clave. Por ejemplo, si el origen del Covid-19, fuena creación de laboratorio, algo que se le fue de la mano al Gobierno chino en su guerra bacteriológica o un accidente de la naturaleza.

Lo dicho, estamos cerrando un Estado policial donde el enemigo de la sociedad no es el delincuente sino el ciudadano, Y encima, un patio de comadres chivatas y delatoras.

Y los periodistas, los que con mas vigor aplauden. Queremos medidas más drásticas, mucho mas. Ejemplo, fusilemos a todo aquel que no siga, con disciplina castrense, las instrucciones de la autoridad, militar, o policial, por supuesto.