Un artículo que aporta un poco de sentido común y que demuestra que sí, que hay discrepantes del confinamiento domiciliario como única forma de luchar contra el Covid-19. 

Que conste que la autoría del artículo es de Sebastián Toro (y no de Luis Fernando Angel miembro de la Cámara de Comercio de Bogotá, como aparece en muchos medios) circunstancia que, para evitar equívocos, trata de aclarar en un vídeo adjunto. Y conste que no hablamos de ningún talibán, sino de alguien que apoya el confinamiento con tal de que se haga con mesura y tenga plazo de caducidad. Es como el famoso postureo podemita, que se expresa más o menos así: "Cuando yo esté enfermo no quiero a mi lado a ningún economista, quiero a un médico". Este argumento suele quedar bonito en la barra de un bar un viernes noche, pero lo cierto es que el lunes por la mañana descubres que ese médico que te cuida, suele tener unos vicios tremendos: pretende cobrar todos los meses y comer cada día. Sólo por eso, a su lado debe estar un economista, un gestor, que rentabilice la terapia para poder pagarle un salario.

Y lo que están haciendo muchos líderes de Occidente es someter a la gente al liberticida arresto domiciliario, al tiempo que destruyen la economía. El arresto domiciliario no mata al bicho, sólo evita, ya veremos por cuánto tiempo y por cuántas personas, su contagio. Pero a quien sí mata es a la economía, nos lleva la ruina, porque una economía sin movilidad es una economía muerta. Por no hablar de que el arresto domiciliario constituye un atentado contra la libertad.

Pero lean el artículo, merece la pena. Supone un regreso al sentido común en tiempos de coronavirus. En Moncloa no lo han leído.