Thyssenkrupp se ha quedado sin premio bursátil, pues su cotización baja un 8,6% este martes, a pesar de haber logrado números negros en su último ejercicio fiscal (octubre de 2024 a septiembre de 2025). ¿El motivo? La previsión de volver a pérdidas en el presente año fiscal que cerrará el próximo septiembre, y que podrían ir de 400 a 800 millones de euros.

Al grupo industrial alemán, que dirige el alemán de origen español Miguel Ángel López, le sigue pesando el difícil entorno de mercado, en concreto, “los desafíos geopolíticos y económicos”, así como “la mayor incertidumbre y la menor demanda de los clientes”. Este contexto ha llevado a apostar por “mejoras sistemáticas de eficiencia y reducciones de costes”, pero también a lanzar una transformación estratégica con la que se convertirá en un holding financiero, mientras los negocios se transformarán en soluciones independientes abiertas a la inversión de terceros y ya ha empezado a dar los primeros pasos. “Aprovecharemos los próximos años para impulsar de forma consistente la transformación de Thyssenkrupp en un holding financiero con inversiones mayoritarias en empresas independientes de alto rendimiento”, ha explicado López.

Recuerden que el grupo apostó por el ‘esquema Villalonga’ (el mismo que en su día puso en marcha Juan Villalonga cuando presidía Telefónica, bajo el principio bastante infundado y anglosajón de que la suma de las partes vale más que el todo) al sacar a bolsa su negocio de sistemas marinos (TKMS), cuya cotización sube un 7% este martes, recuperando casi lo perdido (-7,64%) desde su debut el pasado 20 de octubre. Asimismo, hace poco más de una semana, Thyssenkrupp ha logrado un acuerdo de reestructuración colectiva con el sindicato IG Metall, el cual incluye reducir la producción, así como eliminar o externalizar 11.000 empleos.

Precisamente, esta reestructuración es lo que lleva a que el grupo industrial prevea pérdidas para el presente ejercicio, pero ojo, porque al mismo tiempo negocia la venta de su negocio europeo de acero (Steel Europe) a la siderúrgica india Jindal. Eso sí, no hará recortes en el dividendo, pues propondrá a la Junta a de Accionistas del próximo 30 de enero el reparto de 0,15 euros por acción. Claro que ni siquiera el dividendo ha provocado aplauso bursátil.

Las ventas de Thyssenkrupp han bajado un 6% en su último ejercicio fiscal, hasta 32.800 millones. Por su parte, la entrada de pedidos ha crecido un 15%, alcanzando los 37.700 millones, gracias al impulso de importantes pedidos en TKMS.

El resultado neto de explotación (ebit) ajustado ha subido un 13%, pasando de 567 millones a 640 millones, pese a menores ventas. Y el resultado neto ha pasado de unos números rojos de 1.450 millones a un beneficio de 532 millones. En esto último ha contribuido la reversión de las pérdidas por deterioro de la inversión restante en TK Elevator (902 millones) -el negocio de ascensores que era su joya de la corona y vendió a fondos hace años, conservando una participación minoritaria- y los 320 millones que obtuvo al vender Thyssenkrupp Electrical Steel India