La banca tiene sentimientos encontrados. Por una parte, la alegría y expectación ante una subida de tipos en verano -el consenso habla de + 0,25%- y, por otro, el temor a que, tras la subida, el BCE, siempre tan solícito, lance un nuevo catálogo de exigencias en materia de recursos propios.

Luis de Guindos, lejos de alejar ese temor, lo ha alimentado. “La banca en España hoy es una fortaleza”, afirmó este fin de semana en una entrevista en El Correo. Es decir, se les podrá exigir más capital… y se les exigirá más capital, lo más probable, a partir de 2023, y no solo por el aumento de tipos sino por otros motivos como la sostenibilidad o la emergencia climática.

En definitiva, la subida de tipos alegrará la cuenta de resultados de los bancos, pero será una alegría pasajera porque el BCE les exigirá más recursos propios para hacer frente, por ejemplo, a la emergencia climática que nos acecha.

En este contexto, el primer banco español y único considerado en Fráncfort como sistémico (demasiado grande para caer), ha emitido bonos por valor de 13.800 millones en euros, dólares y libras, durante el primer trimestre del año, lo mismo que BBVA, Caixabank y Sabadell juntos, según Expansión. El Santander prevé colocar a lo largo del presente ejercicio entre 22.500 y 27.250 millones en bonos. Son muchos millones en deuda, pero la alternativa, una ampliación de capital, no es viable, al menos de momento.

Efectivamente, la banca en España hoy es una fortaleza, pero una fortaleza que tendrá que pagar un precio elevado por serlo. Un precio en forma de recursos propios.