Financial Times es un diario británico. Su espíritu me recuerda las palabras de su compatriota Chesterton: "El demonio se precipitó a los infiernos por la fuerza de la gravedad". En efecto, FT se cree por encima del resto de los medios, cuando no es más que un exponente, uno más, del capitalismo ateo contemporáneo... que hasta en su necedad anda ya pasado de moda.

Pues bien, que, exagerando una menudencia, FT ha acusado al Banco Santander de romper el bloqueo económico de Estados Unidos a Irán. En primer lugar, uno debe preguntarse si romper un embargo impuesto por 'Yayoyou' Biden es bueno o malo pero sin entrar en la cuestión mayor basta con centrarse en que se trata de la intermediación, absolutamente menor, del Santander entre dos empresas más o menos ligadas al gobierno chiíta de Irán y que ni tan siquiera estaban directamente afectadas por el embargo washingtoniano.

Y lo peor, con el papanatismo propio de la prensa española, le hemos seguido el juego a Financial Times en una acusación infundada a un banco español, que en este caso era inocente (no así en otros muchos por supuesto).

Ha hecho bien el Santander en no protestar ante Financial: así se habrían sentido más importantes los tontainas de Londres. El Santander ha elegido la vía paralela de emitir un comunicado donde pone negro sobre blanco, la necedad de la acusación y la inocencia de la entidad. Insisto, en este caso y sin que sirva de precedente. No hay que acomplejarse ante la pérfida Albión.

Más bien, Ana Botín debería prestar más atención -me consta que vigilante ya anda- a la amistad, que viene de lejos, entre su hermano menor, Javier, y su primo de Bankinter, Alfonso Botín.

Primero porque Javier Botín sigue siendo el vigilante de la sindicatura de los hermanos  Botín y consejero externo del Santander. Es decir, que puede seguir siendo consejero por otros cincuenta años. Y siempre, siempre, puede ser un relevo en la presidencia si Ana Botín falla. Por ahora, la opción de Felipe Botín, hijo mayor de doña Ana e introducido como consejero de la filial mexicana, no es ni planteable.

Pero atención a la amistad entre Javier y su primo Alfonso, que ahora sí que manda en Bankinter. Sólo Hispanidad ha contado los intentos de fusión que se han planteado entre Santander y Bankinter. Son intentos desechados porque apenas ampliarían el control de las dos ramas de la familia Botín, Emilio Botín y su hermano Jaime, en un mundo bancario internacional dominado por los repulsivos fondos de capital-riesgo, que odian las dinastías bancarias... entre otras cosas porque han dejado de creer en la familia.

Ahora bien, las brujas no existen pero es sabido que 'haberlas haylas' y esa fusión sí ha sido estudiada por los Botín como una forma de mantener el control sobre el Santander.

Ahora bien, porque ahora, algo en lo que la domesticada prensa especializada madrileña tampoco ha ahondado demasiado, ahora sí que se ha producido la sucesión de hecho en Bankinter. Alfonso Botín lleva mandando ya hace un tiempo. Su padre, Jaime Botín, no está para mandar dede hace más de un año y, en cuanto ha tenido el control de hecho, lo primero que ha hecho Alfonso Botín -el amigo de su primo Javier, como he dicho antes- ha sido relevar a Dolores Dancausa como primer ejecutiva de Bankinter y proporcionar una patada hacia arriba como presidenta no ejecutiva de la entidad, en mismo papel de reina madre que hasta ahora jugaba Pedro Guerrero.

Es decir, que no hablo de una fusión entre Santander y Bankinter, ya desechada. Hablo de que,  entre el hombre que manda en Bankinter y su primo, el controlador de la gestión de Ana Botín en el Santander, entre Alfonso Botín Naveda y Javier Botín O'Shea, no cabe un alfiler. Sólo eso... que no es poco.

Sobre todo, cuando el giro pro-Sánchez de Ana Botín, con sus lastimosas palabras, de las que tendrá tiempo de arrepentirse, durante la presentación de los resultados del entidad, el pasado miércoles 31 de enero,  sobre  lo bien que lo están haciendo Pedro Sánchez creando empleo -cuando no está creando sino empleos de camareros y desindustrializando España- no le ayudan mucho, Ana Botín está cometiendo el mismo error de Núñez Feijóo: pensar que los disparates de Sánchez le harán caer a manos de Puigdemont, cuando son los dislates de 'Puchimont' aplaudidos por Pedro Sánchez los que pueden mantenerle en el poder, indefinidamente. En esto, doña Ana no sigue la estela de su padre, Emilio Botín, quien sabía que con los gobiernos, sobre todo con los gobiernos progres, sobre todo progres de izquierda, conviene llevarse bien pero siempre desde la lejanía... dentro de su lejanía ideológica. Ni enfrentarse a ellos ni aplaudirles.