En cinco años, el Sanchismo ha forjado una España "irrespirable". Es el adjetivo que emplea uno de los directivos españoles de mejor trayectoria y que define mejor que ningún otro lo que está ocurriendo.

Irrespirable para las empresas e irrespirable para las familias. Lejos de ser una opinión personal, esta cargada atmósfera patria en que se ha convertido el lustro sanchista se ha convertido en una especie de consenso nacional.

Hasta ahora las empresas han aguantado el tirón porque pensaban que la pesadilla sanchista terminaría el 23 de julio, pero no ha sido así. La perspectiva de otros casi cuatro años de socio-comunismo, resulta desoladora

Aquí, el que no se marcha es porque no puede. Sólo se queda quien ha medrado a costa del Sanchismo o... porque no le queda otra (los más). El tejido empresarial es muy consciente de esto pero decirlo equivale a convertirse en negacionista, populista o, simplemente, en un ultra.

Ejemplos de empresas que de buena gana emprenderían el camino del exilio: Santander, Iberdrola y Repsol. Ninguna de las tres puede porque su negocio minorista es importante, y las dos energéticas tienen plantas de producción, sea eléctrica o petroquímica, en España. No digamos nada si piensan en Mercadona o Inditex.

Ahora bien, las nuevas inversiones, así como las innovaciones, las empresas españolas las colocan lo más lejos posible de Pedro Sánchez allende nuestras fronteras. 

En España, sólo se queda quien haya medrado a costa del Sanchismo o... porque no le queda otra (los más). El tejido empresarial es muy consciente de esto pero decirlo equivale a convertirse en negacionista, populista o, simplemente, en un ultra

Hasta ahora han aguantado el tirón porque pensaban que la pesadilla sanchista terminaría el 23 de julio, pero no ha sido así. Todo lo contrario: el panorama político, fiscal y regulatorio ha empeorado y la perspectiva de otros casi cuatro años de socio-comunismo, resulta desoladora. 

Por tanto, se dedican a lo precitado: el que puede se marcha, el que no, invierte fuera y mantiene dentro lo justito. Todo con tal de huir, no ya de la inseguridad jurídica y los caprichos regulatorios, sino de la subordinación de todo el mundo empresarial y social al único mandamiento de Pedro Sánchez: permanecer en el poder a cualquier precio.