Se han cumplido seis años y medio desde que el juez José Luis Calama Teixeira, juzgado número 4 de la Audiencia Nacional, iniciara la instrucción del sumario del Banco Popular... y aún no ha logrado empitonar al equipo directivo, liderado por el penúltimo presidente de la entidad, Ángel Ron.

Tampoco lo ha conseguido con el presidente temporal, Emilio Saracho, contra quien sí hay pruebas sobradas, por lo menos de una gestión interesada. De entrada, don Emilio estuvo 110 días en el cargo y se llevó 4,5 millones de euros, más de 40.000 euros por cada día de trabajo.

Emilio Saracho, ya presidente del Popular manifestó que su objetivo era bajar el precio de la acción. Le advirtieron que eso podía ser un delito de administración desleal

Decíamos que el juez Calama, en seis años largos, no ha encontrado forma de empitonar a Ángel Ron. No hay manera, dado que los propios peritos por él nombrados llegaron a la conclusión de que el Banco Popular, en el momento de su intervención por la europea Junta de Resolución (JUR) de la inefabel Elke König, valía 11.000 millones de euros y era un banco solvente y rentable. No debió ser intervenido, pero la Unión Europea debía demostrar su poder para liquidar bancos y eligió un país con un gobierno débil y extraordinariamente cainita, llamado España.

Y como el Tribunal Europeo de Justicia (TJUE) decidió que sus colegas eurócratas de la JUR habían actuado muy requetebién interviniendo una entidad solvente, con premeditación, nocturnidad y alevosía y regalándosela al Santander por un euro, pues, al parecer, el juez Calama se siente en la obligación de no contradecir a Luxemburgo, sede del TJUE.

Además, no olviden que si la causa penal que se sigue en la Audiencia Nacional contra el Santander acaba con la absolución de Ángel Ron y los consejeros del Popular, que en mi opinión sería lo justo, las reclamaciones por vía civil al Santander, de los accionistas del Popular, como banco absorbente del Popular, se verían reforzados en cualquier juzgado y al Santander podría salirle muy caro. Por eso, el bufete favorito del Santander, Uría y Menéndez, está tan activo en la causa.

Saracho llegó al Popular para venderlo al Santander al precio más bajo posible. Trenzó su estrategia con García Carranza, el hombre de las operaciones difíciles de Ana Botín. Lo que no podía prever es que Ana Botín se hiciera la pregunta más lógica: ¿Y para qué te necesito?

Pero todo lo anterior no resta responsabilidad a la tarea Emilio Saracho, quien, ya presidente del Popular, manifestó a sus próximos que su objetivo era bajar el precio de la acción. Fue entonces cuando alguien le advirtió que eso podría resultar un delito de administración desleal.

Saracho llegó al Popular para venderlo al Santander al precio más bajo posible. Trenzó su estrategia con García Carranza, el hombre de las operaciones difíciles de Ana Botín. Lo que no podía prever es que Ana Botín acabara por formularse la pregunta más lógica: ¿Y para qué te necesito, Emilio?

En cualquier caso, Saracho se fue a casa con su jubilación como vicepresidente de JP Morgan y con lo atesorado -repasen tres párrafos atrás- en la Presidencia del Popular, una Presidencia que jamás ejerció porque "no tengo ni puta idea de cómo se gestiona este puto banco". Otrosí:

Saracho procedía de JP Morgan, precisamente el banco de inversión más próximo al Santander.   

En cualquier caso, las cuentas de la operación Popular denuncian el mayor chollo del Santander, el mejor negocio de Ana Botín. Son estas: el Santander pagó un euro por un Banco que valía en bolsa 1.300 millones de euros y cuyo valor patrimonial superaba los 11.000 millones de euros, según los peritos del Banco de España llamados por el juez Calama. Pero a estas cifra hay que sumar los 4.500 millones de créditos fiscales -menos impuestos a pagar- que obtuvo el Santander y los más de 4.000 que consiguió en plusvalías latentes, que fueron ejecutándose, tanto plusvalías de cartera realizadas como ventas de filiales, por ejemplo, las de las filiales norteamericana del Popular.

Y el juez Calama sigue sin cerrar la instrucción, porque su empecinamiento en encontrar algo malo en las ampliaciones de capital de 2012 y 2016 terminó en fracaso: los peritos concluyen que el Popu valía 11.000 millones de euros y era solvente y rentable

Por cierto, cuando, en una Junta del Santander, un accionista, que lo había sido también del Popular, preguntó a Ana Botín por qué se había comprado el Popular por un euro cuando estaba claro que valía mucho más, ésta respondió que, tras la absorción, fue necesaria una mega-ampliación de capital. Ciertamente, pero esa ampliación no se hizo por el Popular sino por el Santander y gracias al regalo del Popular, que le proporcionó una espléndida red de sucursales y de profesionales y un banco perfectamente provisionado, por un euro.

Sí, el Popular ha sido el mejor negocio de Ana Botín en casi 10 años al frente del Santander. Como decía un directivo del Popular: "no tengo nada contra el Santander, si yo hubiera sido Ana Botín también habría aceptado ese chollo, pero eso no quita que la intervención fuera una vergüenza europea y española, del gobierno de España que lo permitió". Es decir, del Gobierno de Mariano Rajoy un 7 de junio de 2017. Recuerden la feroz ironía del entonces gobernador del Banco de España, Luis María Linde: "El Popular era rentable hasta el 5 de junio de 2017". Pues eso.