El Sanchismo es, ante todo, una gran mentira. Como cuando la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, asegura que es muy probable -los mentirosos siempre se curan en salud- que, en 2023, España recuperará el PIB prepandemia de 2019, algo que ya prometió para... ¡2021! Pues bien, la mentira, lo que, en un magnífico artículo, que no debiera pasar inadvertido, firmado en El Economista por Vicente Nieves, se califica como "ilusión monetaria". En otras palabras, la deuda pública no es más que un cociente entre emisiones sobre PIB. En España la tenemos en el 115% pero la inflación no hace otra cosa que aumentar el denominador de la ratio, con lo que el cociente parece más benigno de lo que supone en realidad.

Todo ello, tras la curiosísima jornada de de ayer martes, 14 de febrero, San Valentín, en los mercados financieros. Todo estaba previsto para que Wall Street subiera pero al final se quedó en un quiero y no puedo, porque la inflación sigue provocando pánico y en USA había cerrado en el 6,4%. El miedo crece.

En todo Occidente, al menos en Estados Unidos y Europa, llevamos 10 años emitiendo deuda pública con alegría. En España el aparato de propaganda del Sanchismo insiste en entrevistar a quienes hacen cola ante el Banco de España para comprar deuda. Lo dice como si fuera una gran noticia: "el banco no me da nada por mis ahorros así que me vengo aquí que me dan el 3%". Estupendo, campeón, pero eso significa que todos los españoles te estamos pagando esos intereses y llegará un momento en que no te podamos pagar más. Las colas ante el Banco de España para comprar deuda pública no son buenas, son malísimas.

E indican el problema de fondo: insisto, llevamos ya una década en la que una generación de políticos irresponsables ha aprovechado la caída de tipos para colocar deuda pública a mansalva. Es más, como es el caso de Pedro Sánchez, han financiado sus limosnas sociales de alimenta vagos y su voto cautivo con deuda pública.

Además, la deuda pública no es sino es la hija del déficit público y el déficit está disparado, a pesar de que la singular Marisu Montero, que miente con muchísimo más salero que Nadia Calviño, se empeñe en decirnos que, gracias a impuestos confiscatorios -los que pagan los ricos, ja, ja, ja-, tiene controlado el déficit.

En cualquier caso: que ha llegado el momento de pagar la deuda pública y que... como la deuda es hija del déficit, necesitamos reducir a mínimos el Estado del Bienestar. Y deprisita, porque, o nos reconvertimos nosotros o nos embargan las matemáticas, que tienen menos corazón que la derechona neoliberal.