Meliá cerró el primer trimestre con un beneficio neto de 10,5 millones de euros, un 93% más que en marzo de 2024, tras ingresar 444,5 millones, un 1% más, y tras aumentar un 1,9% los gastos operativos, hasta los 344,4 millones. Una de las claves fue la mejora del resultado financiero, de -18,7 millones, frente a los -26,7 millones del año anterior, esto es, un 29,7% menos. La deuda neta, por su parte, aumentó en 39 millones y alcanzó los 2.275,6 millones de euros, una cifra que se reduce hasta los 792,1 millones si excluimos los arrendamientos. Es un nivel de deuda (792 millones) que está dentro de lo previsto y mantiene la ratio de apalancamiento en 2 veces Ebitda.

“El primer trimestre del año nos deja un balance positivo, con una mejora de ingresos a pesar del efecto causado por el calendario”, afirmó Gabriel Escarrer en un comunicado. Y es que la Semana Santa este año se incluirá en el segundo trimestre y, además, 2024 fue bisiesto.

Sin embargo, ni el resultado positivo ni las buenas previsiones para el resto del ejercicio -las reservas para el conjunto del año están por encima de las de 2024- han sido suficientes para convencer a los inversores: la cotización de Meliá cae con fuerza este viernes, más de un 3,5% a media sesión, hasta los 6,20 euros por acción. Los títulos de la compañía caen más de un 17% desde enero.