Las cuentas anuales presentadas este jueves por Masorange (50% Orange y 50% Másmóvil) son proforma, ya que la joint venture comenzó su andadura a finales de marzo de 2024. Por esta misma razón, la comparación con 2023 no hay que tomarla al pie de la letra.

Dicho esto, los resultados muestran una evolución positiva del negocio, con un aumento de los ingresos totales del 1,5%, hasta los 7.388 millones de euros y un ebitda ajustado de 2.803 millones, un 10,8% superior al de 2023. El cuarto trimestre fue clave, con un aumento del 4,6% de los ingresos totales, hasta los 1.924 millones, con un notable crecimiento de la venta de terminales, que alcanzaron los 296 millones, un 11,6% más que en el mismo periodo de 2023.

Lo que no ha logrado reducir Masorange es su elevada deuda, que cerró el año en los 12.636 millones de euros, 75 millones más que en septiembre de 2024. ¿Supone un problema serio para la teleco que dirige Meinrad Spenger? Un problema serio no es, toda vez que el acuerdo con Orange incluye que el grupo francés se hará cargo de toda la deuda cuando compre el 50% que le falta, y el grupo francés, con participación del Estado, no tendría que verse comprometido por ese incremento de la deuda.

Ahora bien, a nadie se le escapa que 12.636 millones es una deuda muy elevada para una compañía como Masorange que, además, tiene que seguir invirtiendo en 5G. Precisamente, con el objetivo de reducir deuda, la teleco confía en dar entrada a un inversor financiero en la FibreCo que mantiene con Vodafone España, antes del verano. “La totalidad de los ingresos que obtenga Masorange por esta operación se utilizarán para reducir deuda acelerando el plan de desendeudamiento de la Compañía con el objetivo de alcanzar una ratio de deuda post cierre de la FibreCo de 2,75x Ebitda”, afirma la empresa en un comunicado.

En cuanto a los clientes, Masorange sumó casi medio millón más durante 2024, de los que más de 300.000 fueron de contrato móvil y 168.000 de fibra.