En vísperas de la Junta General de Accionistas del Santander que, por cierto, se celebrará en Madrid, en Boadilla del Monte, no en la capital cántabra, Ana Botín pretende instaurar una nueva etapa donde el Santander, un banco tradicional de economías domésticas, es decir, uno de los grandes sistemas de pago del país, en una entidad de banca privada. Sencillamente, la banca tradicional y, tras más de un lustro con el dinero en negativo, no sólo no es negocio: es una ruina. Pero el cambio no es tan sencillo. 

El problema de Ana Botín sigue siendo el tránsito de una etapa analógica a otra digital... Se sabe cómo hacer banca digital, pero no como transformar un banco clásico, con cientos de oficinas, en un banco digital

Por de pronto, en la junta de accionistas del Banco Santander del viernes 1 de abril, Ana Botín dará el pistoletazo de salida de un proceso en el que los Botín siguen la senda abierta por los March: el Santander quiere convertirse en uno de los grandes de la banca privada. Ojo, no de la banca de inversión, como se ha dicho. Eso es otra cosa. Pero sí hacerse fuerte en la banca patrimonial, de gestión de activos, donde parte con una buena base de clientes y de datos y patrimonios. Botín pretende dejar el sistema de pagos -la labor más importante de la banca durante el siglo XX- en manos de las máquinas.

Lo más urgente es mejorar la situación de Santander España: la matriz del grupo no funciona. El Popular no debió santanderizarse sino el Santander popularizarse

El segundo reto de Ana Botín ante una junta de accionistas que no pasará inadvertida, es el de mantener en el poder a la monarquía botiniana. Y es que el Santander, como recordaba su padre, debe seguir siendo un banco familiar, hereditario, y eso no gusta a BlackRock y compañía, a la aristocracia financiera imperante, la de los fondos de capital riesgo (mucho capital y poco riesgo), que han pervertido la monarquía bancaria convirtiéndola en una aristocracia controlada por los fondos, instituciones que no gestionan pero mandan, es decir, que no hacen banca pero incordian a quien la hace.

El feudalismo constituye peor sistema de gobierno bancario que la monarquía, se lo aseguro.

Naturalmente, el problema de Ana Botín sigue siendo el tránsito desde una etapa analógica a otra digital. Se sabe cómo hacer banca digital, pero no como transformar un banco clásico, con miles de oficinas, en un banco digital.

Otro problema: la pose de ideología de género y de sostenibilidad de Ana Botín sólo funcionan cuando eres lo suficientemente sensato como para aceptarlo todo y no creerte nada

Y como colofón, una realidad que a la entidad no le gusta que le recuerden pero que resulta que es verdad: Santander España, la matriz del grupo, no funciona. El Santander ha perdido la gran oportunidad que le otorgaron al entregarle el Popular. Pretendió convertir la red del Popu a las pautas del Santander, cuando debió hacer justo lo contrario: el Popular era mejor banco de red y de pymes.

Otro problema ante la Junta de accionistas es la pose feminista y de sostenibilidad a la que Ana Botín se ha entregado con entusiasmo. Eso no es bueno para el negocio, porque la ideología de género es una impostura y el cambio climático una deprimente exageración. Desde luego, la nueva imagen que cultiva doña Ana no favorece al banco. La ideología de género y lo de la sostenibilidad planetaria sólo funcionan cuando eres lo suficientemente sensato -y cínico- como para aceptarlo todo y no creerte nada.